Iñaki Cabases Hita Supongo que el señor J.J. Echeverría convendrá conmigo que el debate sobre el nombre del estadio de El Sadar es un lujo. Ni es el mayor ni, desde luego, el más importante de los temas que tiene abiertos nuestra sociedad.
Pero considero que se equivoca si cree que los de la derecha se apoyan en la intervención de nacionalistas para acometer su pretendida navarrización contra vasca de todo cuanto existe. Es ésta una pretensión elaborada y decidida hace muchos años, amparada en las posibilidades que les ofrecía la dictadura franquista, que impedía cualquier otra manifestación, incluso cultural, que no fuese la de la Navarra siempre española .
El objetivo ha sido, y es, oponer el término navarro al vasco. Nada más. La incoherencia, la inconsecuencia, los efectos, etcétera son irrelevantes. Navarro debe sonar contrapuesto a vasco.
Que Navarra les da igual se nota de lejos y, en ciertos detalles, hasta no les importa hacer (y hacernos hacer) el ridículo.
Lo de Reyno de Navarra ya riza el rizo de esto último: si pusiesen Reino y fuesen consecuentes, tendrían que defender lo que siempre han combatido: la independencia de Navarra frente a España y una restauración monárquica en toda regla.
Pero ¿cómo van a hacerlo quienes lucharon y siguen haciéndolo para que Navarra dejase de ser un reino independiente y fuese una provincia más (eso si, nominativamente foral) de España? Quienes han transformado aquella nefasta imposición derivada de la derrota de las guerras carlistas (de “se confirman los fueros sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”) en un positivo “régimen paccionado”, tienen que inventarse un palabro que quede bien, parezca de alcurnia y abolengo y no genere el más mínimo compromiso político. De ahí lo de Reyno que parece que queda bien y evita poner lo de antiguo (parece que, con la y griega, ya va en la palabra), no vaya a ser que alguien plantee que si tan orgullosos estamos de haber sido reino por que no reivindicamos volverlo a ser con todas la consecuencias.
Por eso no creo que se deba colaborar a evitar el debate directo con la excusa de que lo aprovechan para descalificar las críticas con el conveniente “es lógico que se opongan porque son nacionalistas y les molesta que no sea vasco”. Ésa es precisamente la trampa. Porque ha sido desde el nacionalismo vasco (que por eso lo es), desde donde se ha promovido la defensa de lo nuestro, es decir, lo navarro. Además de una trayectoria histórica continua y consecuente con la condición vascona y la personalidad política de Navarra, más recientemente, nacionalistas fueron los que se movieron para crear la actual bandera de Navarra o los actos de homenaje a la monarquía de Navarra, como símbolo de la independencia y personalidad política. Mientras, los ahora navarristas se dedicaban a trabajar para respaldar y doblegar Navarra a los dictadores de turno (Primo de Rivera y Franco) o la monarquía española uniformadora del siglo XX, tan poco propicios a nuestras (ni de nadie) libertades y personalidad. Y de símbolo, la laureada.
Ya sé que son cuestiones que algunos consideran que poco tienen que ver con la solución de los problemas reales de la gente (en una concepción errónea de la política: si algo importa y debe interesar es quién, cómo y dónde ejerce la autoridad y el poder que permitirán afrontar los problemas y las soluciones), pero cuando ves tanto interés por algo en quienes sabes que les importa un rábano, te sientes con el derecho, y casi deber, de participar. Porque la manipulación de lo que digas la van a hacer de todas maneras, aunque no lo dijeses.
Fuente: Iñaki Cabases