Maiorga Ramirez Teorías de la Filosofía de la Vida (Levensphilosofie) sostienen que la felicidad es una cuestión de actitud vital. Es decir, que lo fundamental para ser felices consiste en la actitud con la que nos enfrentamos a la realidad, sea ésta benigna, favorable o complicada e injusta. Por lo tanto, según esta teoría, no es tan importante aquello que ocurre, en sí mismo, como la actitud que tengamos frente a las cosas que nos ocurren.
Y es siguiendo esta teoría, con un importante barniz foral, como el Gobierno de Navarra sigue feliz. Ya que su felicidad y su salud es una mera cuestión de actitud. No importa que la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra dé un varapalo rotundo que genera más que sospecha de un posible comportamiento prevaricador de un Gobierno de Navarra cuyo consejero Palacios fue reprobado por el Parlamento (hoy consejero de Bienestar Social), así como su Director General Sanz Barea (hoy Director General para la Sociedad de la Información). Al Gobierno no le afecta al humor el que una cuestión tan polémica, tan hiriente del más mínimo sentido común, tan vergonzosa en una sociedad que asuma la democracia, sea llevada al plano incontestable de la sentencia judicial. Pero no solo eso. Sino que UPN, en esa teoría de la felicidad que suscriben, no duda en introducir la variante alucinógena de reinventar la realidad de tal modo que nada les pueda afectar.
Y es así como se entienden las inimaginables palabras de nuestro presidente, el Señor Sanz, que dice directamente que «la sentencia nos da la razón», pese a que en la sentencia el TSJN indica textualmente que «siendo benévolos, la actuación de Sanz Barea ha sido inapropiada, contradictoria e inicua».
La misma reinvención a la carta de la realidad que pudimos observar, asombrados, frente al informe que realizó el Consejo de Europa con respecto al cumplimiento de los compromisos dimanados de la aprobación de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias. En esta ocasión el señor Pegenaute utilizó la misma expresión, la misma llave de la felicidad: «El informe nos da la razón».
Lo que ocurre es que en el caso del informe del Consejo de Europa las críticas eran tan contundentes y afectaban a lo más fundamental de la política anti-lingüística del Gobierno de Navarra y entonces tuvo que recurrir el señor Pegenaute a cuestiones como que en el informe existían erratas de traducción o qué competencia tiene Europa para decirnos lo que debemos hacer aquí. Pero viendo que eso no era suficiente, buscó nuevas reinvenciones a su gusto de la realidad y acudió a aquel argumento tan manido por alguno de que la crítica a su política le pone en el punto de mira de los terroristas. Esto me dijo el señor Pegenaute en la comparecencia solicitada por el Grupo Parlamentario de Eusko Alkartasuna al efecto de conocer la valoración del informe por parte del Gobierno, precisamente una de las cuestiones que subrayaba el comité de expertos del Consejo de Europa, es decir, que se debe eliminar los intentos de vincular el euskara con la violencia.
Tras este varapalo, Pegenaute siguió sonriendo. No le afecta la realidad, las cosas que pasan. Es más, ni siquiera le importó lo que yo le pudiese preguntar ya que no se puso los cascos de traducción simultanea cuando le interpelé en lengua vasca. La respuesta iba ser la misma.
Pero son más las ocasiones en las que UPN se venda los ojos. Es reciente todavía la reacción de UPN ante la sentencia que anula la concesión de la gestión del Parking de la plaza del Castillo donde también «las cosas se han hecho bien». Reacción similar frente a la sentencia que anuló partes importantes del famoso Decreto del Euskera «esta sentencia avala nuestra política lingüística».
Si la sociedad, los jueces o Europa dicen que las cosas no se han hecho bien o se deben hacer de otra forma, ¡hagamos como si dijesen lo contrario, y ya está! Así al Gobierno todo le cuadra. Un Gobierno feliz. Y si resulta que la historia de Navarra nos remite a nuestros derechos históricos y la lucha por su exigencia, si nuestra cultura propia enraíza con el resto de territorios de Euskal Herria, o si resulta que Francisco de Jaso era euskaldun, comprometido con la independencia del Reino de Nabarra y que sus hermanos murieron en Amaiur defendiendo nuestra soberanía… ¡Es igual! Se obvia o se inventa.
Podríamos poner muchos más ejemplos esta vez en materia de sanidad, educación, exclusión del sindicalismo vasco etc. Porque esta filosofía de la vida de UPN, esta actitud solipsista hermética que impide cualquier reconocimiento del error es infalible. Así todo va bien.
Lo que ocurre es que hay quienes, desde la responsabilidad política y la magnitud del alcance de la representación de la ciudadanía, nos sentimos obligados a analizar la realidad tal cual es, y resolverla, porque es de lo que se trata en política.
Y así lo pueden entender también los ciudadanos/as que con sus votos puedan avalar el compromiso con una alternativa plural y progresista al Gobierno de UPN. En ese escenario, afortunadamente, a UPN no le ha de valer su teoría de la felicidad. Porque la realidad de los votos ha de imponerse siempre a las alucinaciones interesadas. Y esperemos que sea así. Ya que la política de oídos sordos y ojos vendados tiene trágicos antecedentes en la historia de nuestra Comunidad. Aunque sus ejecutores se decían felices.
Fuente: Maiorga Ramirez