Sin olvidar su aspiración independentista, EA celebra hoy un nuevo Alkartasun Eguna centrado en situar las bases para encauzar la consulta que permita a la sociedad vasca pronunciarse sobre el futuro de Euskadi. Así lo afirma su presidenta, que ve en ETA un escollo, aunque no el único
Su dilatada experiencia política se pone de manifiesto instantes después del pertinente saludo en la sede gasteiztarra de EA. Tras una primera impresión oficiosa de la actualidad política, pide unos segundos para apurar un cortado y con un giro de cabeza comprueba el encuadre en el que será fotografiada durante la entrevista, con la ikurriña a un lado y el logotipo del partido al otro. Todo en orden. Sus respuestas insisten en la necesidad de dar la voz al pueblo vasco para conocer su opinión sobre el futuro de Euskadi.
El Alkartasun Eguna de hoy llega inmerso en un clima de crispación política y en puertas del Pleno de Política General. ¿Cree que esta sesión servirá para templar ánimos o espera todo lo contrario?
Un Alkartasun Eguna que llega con el lema Gaurko alkartasuna, biharko Euskal Herria(La solidaridad de hoy, la Euskal Herria de mañana), ya que lo ha citado. Creo que más que de ambiente de crispación se debe hablar de ambiente convulso y de mucho desconcierto. ¿Por qué digo esto? La ruptura de la tregua por parte de ETA y los atentados nos han retrotraído en el tiempo. Y hay desconcierto por la utilización, por parte de algunos, de discursos del pasado para que renunciemos a nuestros derechos como pueblo. Hay un intento claro de que no sigamos avanzando por ese camino. Y, además, el escenario político se completa con debates internos en los partidos y con una Batasuna absolutamente callada tras la ruptura de la tregua. Ante todo esto, yo no veo otra alternativa que responder a la mayoría social democrática vasca a través de los compromisos adquiridos en el programa de gobierno y avanzar en la soberanía. Las fuerzas nacionales vascas estamos obligadas a no colaborar con el debilitamiento del nacionalismo vasco. El meollo de la cuestión sigue siendo un proceso de paz y normalización política que hay que encarar sin vetos.
En su búsqueda de aliados para recorrer este camino se encontrará con un PNV sin Josu Jon Imaz ni Joseba Egibar al frente. ¿EA ve más cerca los impulsos soberanistas si Iñigo Urkullu preside el EBB?
Soy profundamente respetuosa con los procesos internos de otros partidos, siempre lo he sido y no veo razones para cambiar. Y por lo tanto, los otros partidos que decidan lo que decidan. En cualquier caso, también está la responsabilidad de cada uno para cumplir los compromisos con la ciudadanía y los estatutos. Un partido nacional vasco, sea el que sea, tiene la responsabilidad en estos momentos y el reto histórico de apostar firmemente por nuestros derechos de pueblo, con la base en la soberanía.
Por cierto, la presidenta ´popular´ en Euskadi, María San Gil, asegura que el PNV se radicalizará con Urkullu. ¿Lo comparte?
(Se ríe) ¡Qué sentido del humor tiene la señora San Gil! Primero, el señor Urkullu deberá ser elegido presidente y luego, ya veremos lo que hace.
¿Puede incidir el futuro de la ejecutiva jeltzale en las relaciones entre los socios del Gobierno Vasco?
No tenemos ninguna inquietud porque el respeto a las decisiones en los debates internos de otros partidos es fundamental. El Ejecutivo vasco tiene un programa de gobierno y nuestra apuesta es evidente. Lo hemos repetido durante estos últimos meses en los que se ha intentado debilitar al Gobierno con las transversalidades mal utilizadas, las centralidades… Nuestro camino es ése; yo desconozco cuál es el de otros. Hemos oído barbaridades en boca de políticos socialistas y de otros partidos en contra del lehendakari Ibarretxe y en contra del Gobierno Vasco, temas que ni proceden ni siquiera en el ámbito de la educación y cuyo objetivo evidente es debilitar.
El debilitamiento de un gobierno puede obedecer a factores externos y también a discrepancias internas. ¿No teme esta posibilidad tras la renovación de la dirección de los partidos?
Confío en que no. Desde luego, por parte de EA, no.
De momento, la concordancia de las formaciones del tripartito es total a la hora de unificar posturas, a través del consenso en el discurso que Ibarretxe llevará el viernes al Parlamento. ¿Así quedan zanjadas, definitivamente, las discrepancias postelectorales?
No hay que mezclar las cosas. Primero, porque hay un programa de gobierno firmado en 2005. Y, en segundo lugar, otra cosa son los intentos desde distintos ámbitos del debilitamiento del Gobierno Vasco. ¿Por qué si se estaba hablando de un determinado ayuntamiento se iba en contra del Gobierno? Porque detrás estaba un intento para que el Ejecutivo no cumpliera su programa. Además, donde hay acuerdo entre el tripartito es en el programa de gobierno y no en otros ámbitos como el municipal. Se han aprovechado las circunstancias con evidentes objetivos por parte del PSE y, qué decir del PP, donde hay más ultras que hace 32 años.
Las mutuas acusaciones entre PSE y Gobierno Vasco han sido una constante esta semana. ¿Estamos ante un calentamiento de motores previo al Pleno?
Pero no sólo el PSE, también Rajoy y sus advertencias sobre la consulta. Es que la derecha española no ha superado la Ilustración y, claro, no podemos pedir peras al olmo. Pero el meollo de la cuestión sigue siendo consultar a la ciudadanía. Y cuando lo hagamos y se vea lo que opina la mayoría social vasca, entonces ¿qué argumentos tendrán los que aceptan ese estado meramente autonómico cada vez más mermado? Por eso recurren a impedir ahora. Nosotros tenemos que seguir avanzando democráticamente porque les estamos dejando sin argumentos y, a partir de entonces, o aceptan o no aceptan. Y si no lo hacen llegaremos a la confrontación, eso sí, siempre de forma democrática. La sociedad vasca tendrá que enfrentarse a una situación de confrontación y desobediencia.
¿Qué implicaría esa hipotética desobediencia?
El Parlamento Vasco tendría que tomar una posición clarísima de parlamento nacional, con decisiones de avance y de soberanía. Y es que estamos haciendo todo por las vías democráticas y estos señores no nos dejan. ¿Cómo se sustenta esto ante el resto del mundo? Ante un mundo que avanza hacia la independencia de países, como estamos viendo en la Unión Europea. Sabemos que nos van a poner muchas trampas en el camino y tenemos que seguir utilizando las vías legales. Lo hicimos en 2004, construimos un Estatuto, que no era realmente el objetivo base de EA, ya que es la independencia, pero apostamos por vías intermedias para seguir avanzando. Este es el camino, a pesar de las trampas, y ETA es la principal trampa en contra de este camino.
Ibarretxe anunció que la consulta popular se realizaría esta misma legislatura, aunque, según sus últimas declaraciones, parece que la fecha pasa a un segundo plano.
El compromiso de este Gobierno es provocar las condiciones para que se den en esta legislatura. No quiero que con esta frase se me entienda que estoy dejando la consulta para otro momento. Creo que nuestra oportunidad es ahora, pero también es verdad que deben darse una serie de condiciones. ETA es un escollo fundamental y la mala utilización del derecho democrático de los ciudadanos a decir lo que quieren es otra.
El ´escollo´ que representa ETA parece, no obstante, no ser suficiente como para frenar la consulta, en contra del escenario de no violencia en el que, en un principio, enmarcó Ibarretxe este iniciativa.
ETA va en contra de esa consulta. Lo que no podemos de ninguna manera consentir, como políticos demócratas, es que ETA pretenda dirigir, condicionar o impedir la vida política en este país.
´Las negociaciones de Navarra podían haber sido diferentes si el PSOE no gobernara en Madrid´
En la búsqueda de alianzas, como eje del juego político, EA, al igual que el resto de los partidos presentes en la coalición Nafarroa Bai -PNV, Batzarre y Aralar- se vio obligado a soportar el varapalo que supuso la frustración de un ansiado pacto con el PSN para desalojar a la derecha del Gobierno navarro. Sin olvidar este episodio, que no sorprendió a Errazti, la presidenta de EA centra sus esfuerzos actuales en la ponencia política que llevará en diciembre al VII Congreso Ordinario del partido. Hasta entonces, la dirigente abertzale prefiere guardar silencio sobre qué lugar ocupará en el futuro de la formación.
EA afrontará en diciembre la renovación de su dirección. ¿Begoña Errazti optará a la reelección?
Mi obligación como presidenta es entregar al debate de la militancia una ponencia que recoja la estrategia de EA para los próximos años. Y es en lo que estoy: reflexionando y plasmando con aportaciones qué ofrecemos nosotros a la sociedad vasca, cómo nos comprometemos para los próximos años. Para eso son los congresos. El resto vendrá cuando tenga que venir.
¿Será determinante en su decisión la negativa de la mayor parte de la Ejecutiva a renovar la coalición electoral con el PNV que usted veía con buenos ojos?
En absoluto. De todas maneras, en el congreso de diciembre no se tocarán temas de alianzas con otros partidos.
¿La fórmula del tripartito seguirá siendo viable a partir de 2009?
Sigo viendo a futuro la importancia de un Gobierno Vasco fuerte, que continúe con el camino empezado -donde la presencia de EA fue determinante-, y que presente alianzas de fuerzas vascas.
¿Las actuales fuerzas?
Cuando hablo de fuerzas nacionales vascas me refiero a EA y PNV; no estoy diciendo que no a EB, pero digo que nuestro acuerdo en 2001 y 2005 fue el que fue. Si luego otros coinciden, pues estupendo.
El tripartito del Gobierno foral alavés ha cambiado el federalismo de EB por el independentismo de Aralar. A priori, esta fórmula parece más cercana a los postulados de su partido. ¿Llegará al Ejecutivo autonómico?
Pero también hay que hablar de mayorías.
Y si hubiese las mayorías necesaria, ¿cambiarían de compañeros de viaje?
(Se ríe) Ni sí ni no, sino todo lo contrario. Podemos aplicar la hipótesis a todo lo que queramos, pero hay que pensar con realismo. Puestos a pensar en hipótesis, preferiría que EA sola alcanzase la mayoría suficiente. Pero soy realista, y los acuerdos con otros partidos son necesarios.
Tras las elecciones se especuló con una alianza progresista en la que EA, EB y PSE acercaban posturas. ¿Realmente estuvieron cerca de alcanzar acuerdos de gobierno?
La propia realidad política general frenó esta alternativa. No podemos olvidar en qué país estamos. Yo he sido parlamentaria en Navarra doce años y he coincidido muchas veces con otros que son de diferente adscripción nacional, porque también hay asuntos, como tratar de impedir la privatización de la Sanidad, que pesan mucho. Pero no podemos obviar la situación de nuestro país y el objetivo de retomar el proceso de paz y la normalización política. Y eso nos pesa, no para los temas diarios, pero sí en el camino para acabar con el conflicto vasco.
Insistiendo en su experiencia en el Parlamento navarro, ¿creyó en algún momento que sería posible desbancar a UPN mediante una alianza con los socialistas?
No confiaba en ello, porque se veía venir. El PSN, con su actitud en Navarra, desmiente totalmente eso de la transversalidad. La transversalidad que quieren aplicar en esta parte del país es la del veto y no aplicar, cuando tienen oportunidad, un gobierno progresista. Se ve cuál es su posición: dar el Gobierno navarro a la derecha más ultra y reaccionaria que hay en todo el Estado español. Y ya están pactando, ya están repartiendo puestos. No me ha sorprendido, sinceramente. El Partido Socialista utilizó, desde el primer momento, una serie de jugadas absolutamente inaceptables. Fue una falta de respeto a la ciudadanía navarra y una falta de respeto a las demás fuerzas políticas. Creo que ha perdido una oportunidad histórica para dejar atrás esos casos de corrupción de los Urralburu, Otano y compañía.
¿El resultado de las negociaciones hubiese sido diferente si el PSOE no estuviera gobernando en Madrid?
Puede ser que sí. No había reflexionado nunca sobre ello, pero podía haber sido diferente si no estuvieran al frente del Gobierno español, porque entonces hubiesen necesitado algún sitio donde poder sacar la cabeza.
Fuente: Begoña Errazti