Lehendakariari gaur arratsaldean Gasteizen errekonozimendua egingo zaio lehenengo gobernuen aurrean egindako lanagatik eta Jaurlaritzak ematen duen distintziorik gorena jasoko du: Gernikako Arbolaren Gurutzea. Carlos Garaikoetxea Diario Vasco egunkariak egindako elkarrizketa batean gaurkotasun politikoaz mintzatzen da eta azken asteetako gertakariak aztertzen ditu; Lehendakari izandako garaiari ere errepaso egiten dio.
Carlos Garaikoetxea vive alejado del
día a día de la política, aunque como fundador de EA tuvo una
implicación directa en el acercamiento a la izquierda abertzale que dio
lugar a Bildu y que, a su vez, ha empujado a ETA a renunciar a la
violencia. Hoy recibe la máxima distinción del Gobierno Vasco, la Cruz
del Árbol de Gernika, por su labor al frente de los primeros Ejecutivos
vascos tras la restauración de la democracia.
-¿Qué sintió el conocer el anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA?
-Sentí una emoción muy fuerte al ver que una noticia esperada durante tantos años se convertía de pronto en realidad.
-¿Le sorprendió o se lo esperaba?
-Sí que era esperado,
pero tampoco lo esperaba en ese preciso momento, no estoy viviendo la
política al segundo y mucho menos controlo las decisiones de ese mundo,
muchas veces impenetrable. Era esperado, pero al oírlo sentí una
conmoción interior, como siempre que te dan una noticia de las que se
pueden considerar trascendentales en la vida. El nacimiento de un hijo
puede ser algo esperado, pero cuando al fin se produce, lo que se siente
supera lo que se espera sentir. En este caso, salvando las distancias,
me pasó algo parecido.
-¿Este comunicado supone el final de ETA?
-Creo que sí,
porque todo lo que ha venido sucediendo estos últimos años es mucho más
que la conferencia de paz que ha supuesto el espaldarazo definitivo a un
proceso. Son meses y hasta años en los que se han ido gestando acuerdos
en el brazo político de ETA y, al final, todo ello cristaliza en algo
que algunos llevamos 30 años defendiendo, y es que la solución estaba en
que los partidos políticos trataran los asuntos políticos y que el
problema de ETA y de su final, así como sus consecuencias, se resuelva
con el Gobierno del Estado.
-¿Por qué cree que se ha producido en este momento?
-Por
una conjunción de factores. Algunos ponen el acento exclusivamente en la
acción policial, por ejemplo, pero yo no creo en exclusividades. Es
cierto que ha habido un deterioro importante de ETA y una evolución de
la consideración del terrorismo a escala universal y en la sociedad
vasca en particular, pero también se ha producido una catarsis evidente
en el entorno político de ETA, que le ha llevado a una reflexión
interna. Y algunos, como EA, hemos querido contribuir a que esa
reflexión que se estaba produciendo en la izquierda abertzale
desembocase en la tesis de que era mejor una acción política que pusiera
en evidencia mayorías democráticas potentes a favor del derecho
nacional del pueblo vasco que cualquier actividad armada, que todas las
pistolas.
-¿…?
-Este elemento de persuasión necesitaba que no
todo fuera poner palos en las ruedas, un hostigamiento que muchas veces
rayaba en la provocación para que ese mundo no se moviera. Otros
apuntamos en otra dirección y potenciamos al argumento de que valía más
una gran masa democrática de partidos y fuerzas sociales quizás
diferentes en su ideología, pero coincidentes en algunas
reivindicaciones básicas. Y eso ha sido un elemento de persuasión muy
importante para ETA.
-¿La izquierda abertzale no ha tardado demasiado en hacer ese
recorrido? ¿O era necesario avanzar con pequeños pasos para hacerlo de
forma unitaria?
-La trayectoria de ETA desde que nace hace 50
años ha vivido varias etapas, desde un inicio en la época franquista que
llegó a concitar beneplácitos más allá del nacionalismo vasco, incluso
en sectores internacionales, hasta su pervivencia en la etapa
democrática, cuando en mi opinión pierde el ritmo. Pero en su existencia
subyace, aunque esto vaya a irritar a algunos, una cuestión política,
porque ETA comete una delincuencia de convicción política. Que no
justifica ninguna vulneración de derechos humanos, todo sea dicho. Pero
el quid de la cuestión es que ETA piensa que sus reivindicaciones no
tienen caminos legales expeditos para materializarse, aunque ha tardado
mucho tiempo en prevalecer el argumento de que no hay vulneración de
derechos humanos que pueda ser justificada. Incluso aunque otros
conculquen derechos como que sea respetada la voluntad democrática de
este pueblo y que esa voluntad se pueda materializar. Ahí está el quid
del conflicto político que algunos dicen que no existe y que sí que
existe. Es un proceso complejo y largo que no es fácil cerrar de la
noche a la mañana.
-¿La desaparición de ETA será especialmente positiva para el nacionalismo?
-Ése
es el argumento que hemos querido fortalecer en este momento final de
ETA: que más vale acreditar que hay una reivindicación democrática
mayoritaria en la sociedad vasca que es desoída, para que se entere todo
nuestro entorno geopolítico, que todas las pistolas del mundo. ETA
provocaba un gran perjuicio en la reivindicación nacional vasca.
-¿No echó de menos que ETA hiciera en su comunicado alguna alusión a las víctimas que ha provocado, y no solo a las propias?
-Cómo
no lo voy a echar en falta yo, que probablemente habré ido a más
funerales y me habré conmovido con más escenas desgarradoras que
cualquiera en este país, porque yo viví los seis años de plomo desde el
79 al 85, desde la presidencia del Consejo General Vasco hasta el
segundo Gobierno. Cuando se vive de cerca el dolor y el desgarro de la
gente es inevitable que aparezca el sentimiento de compasión. Yo estoy
seguro de que va a haber un pronunciamiento de ETA en relación con las
víctimas, aunque ahora se están midiendo mucho los pasos para conseguir
un fin global sin disensiones o escisiones. Cada paso es objeto de una
metabolización muy lenta, pero incluso los que tengan las convicciones
más dogmáticas saldrán de su obcecación para decir ‘lo siento’, que es
tanto como decir ‘perdóname’. Eso va a venir, y creo que es una
necesidad acuciante el reconocimiento de todas las víctimas. De todas.
-ETA ha pedido a los Estados español y francés que den pasos. ¿Qué podrían hacer para contribuir a ese final?
-Desde
la izquierda abertzale se están apuntando unos pasos inmediatos que
tienen encaje en la legalidad, como la interpretación de las normas
penitenciarias. Yo comprendo que levante sarpullidos en algunos sectores
y sobre todo en las víctimas, a las que hay que entender cualquier cosa
que puedan decir, pero este tipo de medidas han estado presentes en
todos los procesos de este tipo que se han dado en el mundo. También hay
cuestiones como la de Otegi y sus compañeros encarcelados por
Bateragune: si han sido ellos los impulsores de este llamamiento de la
izquierda abertzale a ETA para que cese en la violencia, ¿cómo no se
puede tomar una medida excepcional con estas personas, incluso con
indultos?
-¿Valdría con eso?
-Eso es lo que hoy se está planteando
de inmediato, pero a medio y largo plazo debería hacerse realidad eso de
que en democracia todas las reivindicaciones políticas tienen cabida. Y
añado que no sólo las reivindicaciones, sino su materialización,
llegado el caso. Dentro de unas coordenadas cívicas, nadie puede negar a
ninguna formación política que reivindique aquello en lo que cree,
incluida la independencia. Aunque también creo que esta sociedad
necesita una especie de catarsis, de reconversión cultural, para que
actitudes de agresividad e intolerancia en las relaciones sociales que
ha vivido como consecuencia del famoso conflicto desaparezcan para
siempre.
-¿Descarta que pueda darse una marcha atrás en ETA si las cosas no van como ella quiere?
-Sincera y rotundamente, creo que esto no tiene marcha atrás.
-¿Un posible gobierno del PP podría complicar las reivindicaciones de las que hablaba anteriormente?
-Quiero
ser justo y creo apreciar una actitud de sosiego en ciertas instancias
del Partido Popular. Además, aunque España no es el Reino Unido, en
otros conflictos se ha comprobado que la derecha ha tenido tanta
voluntad como la izquierda para superarlos con visión, arrojo y
generosidad, en el mejor sentido del término. Lo malo es el acoso que
puede tener Rajoy desde sectores de la derecha más extrema.
-¿A qué se refiere?
-Nunca hubiera imaginado que unas
expresiones tan firmes e inequívocas por parte de ETA, acompañadas de
los pasos previos que se habían dado, como renunciar al impuesto
revolucionario, pudieran generar reacciones tan negativas desde algunos
sectores. Yo doy mucha importancia a la denostada mediación
internacional y a la conferencia de Donostia, pero desde algunos medios
se ha llegado a insultar a personalidades internacionales como el
exsecretario general de la ONU o dos ex primeros ministros que
participaron en ella, y cuyas conclusiones también tuvieron el refrendo
de nombres como Blair y Mitchell, que no son unos cantamañanas. Y
quienes les critican no se dan cuenta de que todos esos señores se
convierten en garantes de todo este proceso: ETA ya no puede permitirse
hacerle un feo a esa mediación internacional.
-¿…?
-En algunos periódicos y cadenas de televisión de
Madrid estoy viendo estos días cosas que jamás me hubiera imaginado, lo
que me lleva a la conclusión de que les preocupa mucho más la paz, un
escenario de comparecencia política pacífica que ya no esté condicionado
por la violencia. Porque la persistencia de ésta ha servido a muchos
para rechazar, manipular y confundir una reivindicación legítima con un
problema de violencia que parecía que era el único que existía en
Euskadi.
«Escucharé al lehendakari»
-El lehendakari ha iniciado una ronda de contactos en la que
usted está incluido por su condición de exlehendakari. ¿Qué le va a
trasladar en ese encuentro?
-A un lehendakari no se le puede
pedir todo, porque hay decisiones que se escapan de sus competencias,
aunque creo que puede contribuir con su implicación. Pero yo sobre todo
voy a ir a escuchar.
-¿Cree, como Eguiguren, que López podía haber hecho más para conseguir la paz?
-Resultaría
paradójico que yo le enmendará la plana a Jesús Eguiguren cuando dice
eso, aunque también es verdad que luego matizó la dureza de sus
expresiones. Yo voy a evitar emplear tonos que no me parecen adecuados
en un predecesor del actual lehendakari. Diré que puede hacer muchas
cosas por la paz, aunque no todas.
-Queda la sensación de que en los últimos meses quien más se ha
movido es la izquierda abertzale, pero ¿también es la que más camino
tenía por recorrer?
-El gran paso lo ha dado quien lo ha dado.
Quien ha dicho que cesa en su actividad después de 50 años y quienes han
marcado la hoja de ruta, con la contribución de otros que les hemos
ayudado. Los demás han seguido manteniendo el discurso de la acción
policial, que es el discurso de siempre.
-¿Qué papel ha jugado EA en este viraje de la izquierda abertzale?
-En
estas cosas es mejor no ponerse plumas, pero hemos contribuido a
evidenciar el argumento disuasorio para ETA de que en este país era
mucho más eficaz que toda actividad armada un conglomerado democrático
abertzale que exprese la demanda mayoritaria de la sociedad desde la
política. De ahí nuestra presencia en Bildu o Amaiur, que nunca se
hubiera producido de no existir un rechazo expreso a las vías violentas.
-Tras la irrupción de Bildu el 22-M, ¿el anuncio de ETA puede hacer que Amaiur arrase el 20-N?
-Aunque
las generales no son las locales, creo que va a tener un resultado
espectacular, que además tendrá una explicación. Se está atribuyendo el
éxito de Bildu a una especie de explosión coyuntural de emociones, pero
hay una cuestión de fondo: mucha gente ha ido a votar a Bildu porque ha
habido una renuncia a la violencia. Lo que decía hace un momento de EA
es extensible al ciudadano que ha ido a votar a una opción abertzale que
no contempla el uso de la violencia para conseguir sus fines políticos.
-¿Qué papel jugará Amaiur en el Congreso si consigue ese buen resultado que espera?
-Se
va a oír en Madrid una voz con escasos precedentes. Al nacionalismo
muchas veces se le ha atribuido una ambigüedad táctica o una falta de
convicción a la hora de reivindicar que Euskal Herria es una nación y
que toda nación tiene derecho a decir cuál es la ordenación de su vida
colectiva. Ese lenguaje sin disfraces o ambigüedades va a llegar con
rotundidad y estoy persuadido de que probablemente conseguiremos que el
PNV se sume a ese camino, lo que haría aflorar una mayoría rotunda en
este país que debería hacer pensar a más de uno. Con una amplia mayoría
abertzale, si no hay un cambio de marco político antes o después, va a
quedar en evidencia ante todo el mundo que aquí no hay un problema de
pistolas, sino un problema de una voluntad democrática que se respeta o
no se respeta.
«Mi mayor mérito como lehendakari fue saber rodearme de los mejores»
-Hoy recibe en Vitoria la Cruz del Árbol de Gernika, la mayor
distinción que concede el Gobierno Vasco. ¿Qué supone para usted este
reconocimiento?
-Me produce un sentimiento de gratitud muy
grande, aunque me siento algo abrumado, porque si me comparo con
aquéllos que lo han recibido me siento muy insignificante. Lo asumo
pensando en todos los compañeros y compañeras que me ayudaron en lo que
buenamente pude hacer. Si he podido tener algún mérito en mis años de
presidir aquellos gobiernos es el de elegir buena gente, de la que ya es
muy difícil de encontrar. Eran años difíciles y fui a buscar a los
mejores, sin mirar si tenían carnet de partido. Y los mejores
demostraron que lo eran también en el Gobierno.
-Usted fue el primer lehendakari en empezar a hacer efectivo el
Estatuto de Autonomía, aunque con los años ha variado su opinión sobre
él. A su juicio, ¿en qué momento comenzó a perder efectividad?
-Al
día siguiente de aprobarse ya dije que a partir de entonces llegaba lo
más difícil, que es convertir la letra en realidad. Las dificultades
empezaron desde el principio, porque en toda ley básica hay un margen
para la interpretación en la que el pez gordo suele comerse al pez
chico. De todas formas, en aquellos dos primeros años se llevó a cabo el
mayor desarrollo estatutario con diferencia, por eso me extraña oír
ahora al PNV y al PSE decir que en esta legislatura se ha avanzado mucho
y prácticamente se ha completado. Fue un instrumento que en su día hizo
su labor y yo no reniego de aquel paso, porque había que darlo. Y los
que no lo dieron se equivocaron, aunque se enfaden conmigo. Pero el
asunto se agotó hace años, estamos en otra etapa, han pasado 30 años y
no hay que escandalizarse. Es normal que un abertzale quiera ir más
allá.
-¿Qué le parece que hoy se celebre el ‘Día de Euskadi’?
-Para
los abertzales el día de la patria es el Aberri Eguna. El actual
Gobierno Vasco ha decretado que el 25 de octubre sea festivo y yo
respeto las instituciones aunque tenga otra concepción. Tampoco voy a
renunciar a la medalla por esta cuestión.
Jatorria: El Diario Vasco