El Estatuto de Autonomía de Gernika cumple hoy 36 años, un tiempo más que considerable para su desarrollo, si hubiera habido voluntad política para ello.
El Estatuto fue en su día un paso necesario para avanzar, sin ninguna renuncia a la soberanía plena, en un proceso que partía por debajo de 0 tras 40 años de dictadura y en plena transición que no llegó a serlo.
Sin embargo, el hecho de que no se haya llegado a desarrollar y, sobre todo, que la sociedad vasca de manera mayoritaria apueste por el derecho a decidir, significa que hace ya años que el desarrollo del Estatuto sería avanzar en una vía muerta.
Por eso, Eusko Alkartasuna aborda el debate parlamentario sobre la LTH, un tema grabado a fuego en nuestro ADN, con el convencimiento de que en estos momentos debemos poner todo nuestro esfuerzo en el proceso constituyente de un Estado Vasco. Lo cual no significa que no queramos debatir: al contrario, este debate puede servirnos para avanzar en la vertebración institucional que queremos para la Euskal Herria independiente.
Y eso es así porque el debate sobre la LTH es el debate sobre la concepción del país. En los últimos 37 años en Euskal Herria ha habido dos concepciones de país. Por una parte la de Eusko Alkartasuna, que apuesta por una estructura institucional fuerte y moderna con capacidad para dar los mismos servicios del estado de bienestar al conjunto de la ciudadanía, y que invierte el dinero público con eficiencia y sin duplicidades. Por otra parte, está la del PNV que apuesta por tres espacios territoriales-institucionales en un país ya de por sí desvertebrado. Es la idea de país que se identifica con el neoforalismo y el provincialismo: con la nación foral.
A la vez, hay dos vertientes desde las que analizar la LTH, hablamos, como casi siempre en este país, de la construcción social y la construcción nacional.
En materia de construcción social, de justicia social o Estado de Bienestar, hay que subrayar que solo una estructura central fuerte y sin reinos de Taifas que compitan entre sí por infraestructuras faraónicas puede ser eficiente.
Paradójicamente, en la actual estructura de la CAV el principal órgano institucional y legislativo, el Parlamento Vasco, no tiene competencias en materia de impuestos con los que financiar los servicios que presta a la ciudadanía. Es decir, solo incide en una de las dos partes de los presupuestos, el gasto -decide en qué gastar los impuestos de la ciudadanía- pero no tiene capacidad para decidir los ingresos -cómo recaudar los fondos que necesita para ofrecer los servicios.
Si a esto le sumamos que el actual marco estatutario deja agujeros para duplicidades en materias tan importantes como infraestructuras, vivienda, medio ambiente o empleo, tenemos un entramado institucional con duplicidades administrativas y de gasto público y con solapamiento competencial, con el despilfarro de recursos que todo ello conlleva.
La conclusión es clara: el actual marco institucional de la CAV no nos sirve para la construcción de un Estado Vasco moderno y eficaz.
Si hablamos de construcción nacional, es preciso reconocer que un país pequeño e institucionalmente dividido como Euskal Herria necesita un entramado institucional eficiente y eficaz que actúe como instrumento de cohesión.
No se puede configurar una nación ni un estado con instituciones y poderes debilitados por pretensiones provinciales y territoriales en constante competencia.
Así que si bien creemos que hoy en día plantear la reforma de la LTH es tratar de reactivar un instrumento fracasado, el Estatuto de Gernika, nos reafirmamos en nuestro modelo de país, que es el que esbozó el lehendakari Garaikoetxea en los 80 y que supuso uno de los detonantes de la creación de Eusko Alkartasuna.
Es el modelo de país que vamos a trasladar al proceso constituyente de Estado vasco. Es decir, en el camino hacia la soberanía política y económica.