El cohete catalán avanza a toda pastilla. Ya no hay marcha atrás. Se van y detrás se queda un Estado español cerrado en sí mismo que acaba de darse cuenta de que tiene un problema. Mariano Rajoy temía verbalizar algo porque tenía miedo de que en cuanto pronunciase aquellas palabras se hiciesen realidad: El Estado tiene un problema en Catalunya. La realidad se ha antepuesto al verbo y ha pasado por encima del presidente popular. Junts Pel Sí y las CUP han presentado en el Parlament una propuesta de resolución para iniciar el proceso de independencia del País.
Eusko Alkartasuna siempre ha defendido la necesidad de lograr mayorías sociales y políticas para avanzar en el camino de la soberanía y la independencia. El acuerdo logrado por Junts Pel Sí y las CUP nos demuestra que el camino que defendemos es el adecuado, que una mayoría puede hacer frente al miedo y a la cerrazón y hacer valer la voluntad mayoritaria de la sociedad. Ahora el nuevo Parlament tiene 18 meses por delante en los que, como ya se hizo en campaña, los estamentos del Estado insultarán, amenazarán y atacarán no solo al entramado institucional, sino también a la sociedad y al sector empresarial. Resistirán, como hasta ahora, y no habrá quien pare a Catalunya.
Desde Euskal Herria miramos con envidia sana a Catalunya, lo hemos dicho siempre. Pero la tibieza de algunos nos impide avanzar por el mismo camino que la sociedad catalana. Mientras el jeltzale Iñigo Urkullu clama al pacto delante del rey español, los catalanes independentistas con todas sus diferencias ideológicas -que son muchas- se han unido para un bien mayor, para el bien su ciudadanía. Ellos hace un año votaron en “cajas de zapatos” y ahora están a punto de ser independientes. Ahora han cruzado el punto de no retorno, y ya no van a dar la vuelta.