El terrible asesinato de Alicia, la niña de diecisiete meses a la que un hombre tiró por la ventana en Gasteiz, ha sacudido nuestras conciencias. Nos hemos llevado las manos a la cabeza y nos hemos horrorizado con la certeza de que el machismo mata.
Sin embargo, tal vez no somos conscientes de lo tristemente habitual que es lo que le han hecho a Alicia. Es tan habitual que en el Estado español se asesina a una mujer a la semana desde hace 13 años. Lo cual quiere decir que en unos días, tendremos razones para volver a horrorizarnos. Tal vez el caso sea un poco menos sórdido, seguramente nos toque menos cerca. Pero habrá otra.
Las estadísticas nos dicen que desde 2003 han asesinado a 800 mujeres en el Estado. En Hego Euskal Herria 14 desde 2011 –incluida Alicia-, siempre según las estadísticas oficiales, lo cual quiere decir que pueden ser más. Así de habitual son los asesinatos de las mujeres. Así de cotidiana y mucho más es esta lacra con la que convivimos.
Decimos mucho más porque los asesinatos son solo la parte más grave y visible de la violencia contra las mujeres. Un mes cualquiera en Euskal Herria hay cientos de agresiones machistas de carácter violento y contra la libertad sexual. Cientos, no: miles. 3.999 solo en la CAV el pasado diciembre, por ejemplo, según datos de Emakunde.
Lo que le han hecho a la pequeña Alicia nos ha dejado horrorizados, pero no nos podemos quedar en eso. Tampoco nos podemos quedar en pedir cambios legales para aplicar a los autores de estos casos. Es lo que nos pide el momento, sí pero eso no cambia nada. Por supuesto, no cambia el drama de la pequeña de 17 meses, su madre y toda su familia, y, lo que es peor, no aporta nada para que no haya más casos.
Hay que ir a la raíz de la cuestión sin medias tintas, miedos ni complejos. La raíz de toda violencia contra las mujeres por el hecho de serlo es el machismo. Y el machismo está fuertemente enraizado en la sociedad.
Mientras no reconozcamos eso, no avanzaremos. Mientras la sociedad justifique y mantenga todos los machismos que funcionan dentro de ella, la violencia contra las mujeres seguirá con toda su fuerza.
El machismo de la sociedad en que vivimos, el heteropatriarcado imperante, establece relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres que reparten de manera desigual para unos y para otras, los espacios, los recursos, el poder. Nos hemos engañado creyendo que la igualdad legal suponía una igualdad real pero no es así. Tenemos derecho a cobrar lo mismo por el mismo trabajo, pero en la realidad no es así y lo sabemos. Los trabajos que habitualmente realizamos las mujeres siguen estando peor pagados. Las labores de cuidado de niños y niñas y personas mayores continúan recayendo fundamentalmente en las mujeres. Y así todo.
A las mujeres nos siguen atacando por el hecho de serlo. Los ataques a mujeres políticas que se han dado últimamente sobre todo en Catalunya son un ejemplo de ello. Y habrá que aclarar que tan machista es quien llama fea o puta a una mujer de las CUP como quien alaba la forma de vestir y la belleza de la representante de Ciudadanos Inés Arrimadas.
Por supuesto que los autores de los micromachismos, desde los padres que no quieren que el hijo juegue con muñecas, hasta el periodista que habla de la imagen de una mujer política en lugar de comentar su ideología, no son potenciales asesinos de mujeres (de hecho, ni siquiera son todos hombres), pero contribuyen a mantener el sistema de desigualdad, que es la razón última de los asesinatos machistas.
No es el momento de las palabras medidas para generar simpatías o espantar miedo. Lo que asusta es el maltrato y hay que combatirlo.
Las leyes a favor de la igualdad son útiles no por su contenido escrito y la publicidad que se haga de ellas en un momento dado, sino por su capacidad para desarrollarse e incidir en la transformación del actual sistema. A las formaciones políticas nos toca hacer propuestas en este sentido. Para Eusko Alkartasuna es vital que las políticas feministas sean transversales en todos los ámbitos, desde el urbanismo hasta la seguridad, pasando por educación, sanidad,… Todo.
Y decimos políticas feministas porque también toca reivindicar el feminismo, la ideología que defiende la igualdad de derechos y oportunidades de todas las personas.
La justicia social es una de las bases de la ideología de Eusko Alkartasuna y no habrá justicia social sin la mitad de la sociedad. Trabajamos para conseguir una sociedad construida sobre un modelo de relaciones entre mujeres y hombres de igualdad de derechos y obligaciones, en un reparto justo y equitativo de los espacios y los recursos, de la toma de decisiones, del cuidado y del trabajo.