Las elecciones autonómicas del domingo han de analizarse desde dos perspectivas diferentes, la interna y la externa. En las dos hay aspectos positivos y otros negativos, que deben tenerse en cuenta como retos que superar en el futuro.
EH Bildu ha tenido unos buenos resultados. Si bien es cierto que, con muchos análisis interesados dándonos por casi muertos, existe el peligro de valorarlos más positivamente de lo que merecen, también lo es que son unos resultados más que aceptables en las actuales circunstancias.
No obstante, dejan bastantes aspectos sobre la mesa de análisis que es necesario ir resolviendo. El primero de ellos es, sin duda, Bizkaia, e íntimamente relacionado, la innegable dificultad de penetración que tiene el mensaje de EH Bildu en las zonas más urbanas de la CAV.
La forma de afrontar este asunto comienza por dejar de lado la pregunta más obvia de “porqué arrasa el PNV en Bizkaia” para ponernos a analizar directamente la razón de que EH Bildu no consiga un suelo firme en el herrialde más poblado del país. Pero no solo el Gran Bilbao, tampoco Donostia o Gasteiz han dejado los mejores resultados y pese a haber recuperado plazas importantes como son Renteria o Bergara, la implantación de la coalición en zonas urbanas es todavía una asignatura pendiente. Las razones son múltiples y van mucho más allá de la propia campaña, las candidatas o los programas; es, sin duda, una preocupación y uno de los temas que más deben ocupar ahora a las asambleas y mesas de trabajo de la coalición.
En el aspecto externo la buena noticia es, lo hemos repetido por activa y por pasiva, la mayoría absoluta a favor del derecho a decidir. La mala, la fortaleza del eje de derechas que la situación interna del PSOE puede favorecer. Estamos seguros de que el PNV echará más fácilmente mano del PP para sacar adelante determinados temas socioeconómicos que de la que conforma con EH Bildu y Podemos para dar pasos en el ejercicio del derecho a decidir. No sería la primera vez: durante el Gobierno de Patxi López PNV y PP se unieron para temas de la relevancia de la Ley de Cajas que establecía la estructura de Kutxabank. También deberíamos preguntarnos cuál es la razón de que la sociedad no pase factura a las fuerzas de derechas, ni al PP ni al PNV, de la gestión de recortes de servicios del Estado de Bienestar.
La mayoría soberanista es una buena noticia, es un paso más en la catalanización de Euskal Herria. En Catalunya, cuando el derecho a decidir se convirtió en la centralidad política, el PSC se desmoronó a favor de otra fuerza de izquierda y soberanista. El PSE también se ha desmoronado él solito con una campaña que ha rozado el antivasquismo y en la que solo ha ofrecido recentralización, nunca izquierda, quizás arrastrado por la guerra fratricida que vive el partido a nivel estatal. Para los abertzales es una buena noticia saber que la izquierda es mayoritariamente favorable al derecho a decidir, pero no es una sorpresa: el PSE lo fue en sus inicios. Ha sido renegar de sus principios lo que le ha llevado al pozo en el que está, en Euskal Herria, Catalunya y en el Estado.
¿Es en este PSE hundido, fragmentado y sin rumbo en el que el PNV se quiere apoyar para la gobernabilidad? Y esto deja dos paradojas. La primera, que el PSE ahondaría en el camino que le ha llevado a donde está. La segunda, que el PNV rechaza la mayoría política y social que tiene en la mano. Porque hay muchas posibles mayorías, es cierto, pero hay una que es más mayoría que las otras, por número escaños y por apoyo social; ése es el ofrecimiento que se le ha hecho al PNV por parte de EH Bildu. Está en manos de los jeltzales el atender a esa mayoría mayoritaria y lograr acuerdos a los largo de la legislatura en materia de autogobierno, protección social y paz y convivencia.
Curiosamente, el PNV es el mayor aliado que tiene hoy este PSOE sin rumbo, porque si se apoya en el PSE para gobernar le va a dar un peso político que ha perdido en las urnas y va a dejar de lado la mayoría social.
En estas circunstancias y mas tras confirmarse que el escaño en liza en Bizkaia corresponde a EH Bildu, el papel de la coalición es absolutamente central para hacer que el PNV se incline hacia el derecho a decidir y hacia la justicia social. Eusko Alkartasuna ya ha hecho ese papel con anterioridad y no diremos que es fácil, pero es posible.