“Jende zoriontsua, herri libre batean…” (Personas felices, en un pueblo libre) dice la canción-emblema con la que Gure Esku Dago llamó a la cadena humana de hace cuatro años. Personas felices que vivan libremente su opción afectivo-sexual y se identifiquen socialmente con el género que sienten, independientemente del biológico, sin ser discriminadas por ello y vean reconocidos todos sus derechos.
Ese es el deseo de Eusko Alkartasuna para el 28-J, para el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ. Un deseo para cuyo cumplimiento trabajamos desde hace 32 años, desde nuestro compromiso a la libertad para elegir en el sentido más amplio, estrictamente político pero también en el terreno personal.
No se puede negar que la lucha por los derechos de las personas LGTBIQ ha conseguido ganar batallas importantes, tanto en el plano legal como en el social, pero también es evidente que queda un gran trabajo por hacer. Los principios de Yogiakarta, referentes a la legislación de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género presentados en la ONU aunque no asumidos por los estados, van haciéndose realidad, demasiado lentamente. Como en tantos otros aspectos que tienen que ver con la igualdad de las personas, el objetivo final queda lejos aun.
Las instituciones de Hego Euskal Herria han sido punteras en la defensa de los derechos de personas LGTBIQ, como lo demuestra el hecho de que los parlamentos de Gasteiz e Iruña fueron pioneros al aprobar sendas leyes de parejas de hecho, sin duda gracias al empuje social. Sin embargo, esas medidas legales siempre han llegado, ayer y hoy, muy por detrás de la realidad social. Ayer fueron las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo; hoy son las leyes para garantizar los derechos de las personas transexuales.
La igualdad es un valor que, demasiadas veces, se defiende en discursos en sedes institucionales que después no realizan los esfuerzos necesarios para socializar los cambios, haciendo efectiva su implantación, de forma que, a menudo, quedan en mero plano nominativo. Las declaraciones aprobadas este año en el ayuntamiento de Iruña es un ejemplo de ello. Es de agradecer el esfuerzo realizado por las corporaciones municipales, pero el efecto que las mismas tienen en las personas particulares es muy discutible.
Este año también, tras movilizaciones más o menos multitudinarias sobre todo en las ciudades y después de declaraciones institucionales, seguirá habiendo en nuestras calles personas que sufran por lo que son y sienten. Y esa es una presión especialmente dura en los pueblos más pequeños, en los barrios clásicos, para los y las más jóvenes o en los ambientes más cerrados o en personas en situación de exclusión.
Por eso, hoy, Día Internacional del Orgullo LGTBIQ, reivindicamos el derecho de todas las personas a vivir en libertad su elección afectivo sexual y de acuerdo a su género con todos los derechos y con el apoyo de instituciones y sociedad en todos nuestras calles, barrios, pueblos y ciudades, y nos comprometemos a seguir impulsando los cambios que aun son necesarios para conseguir el objetivo de ser un pueblo compuesto por personas diversas y felices.