El statu quo es insoportable para las mujeres. No hay un día en que no ocurra un ataque machista. Estos no son, como a menudo quieren hacer ver, casos aislados, sino consecuencia directa del patriarcado que está en la base de la sociedad. Y mientras consideremos los ataques contra las mujeres un problema de segunda, no podremos vivir en justicia e igualdad, y mucho menos construir un país libre.
Esta violencia que afecta al nivel de vida de las mujeres –y, por lo tanto, a la calidad de vida del conjunto de la sociedad- además de tener un inmenso costo, es un enorme freno para el desarrollo humano. Aun hoy hay que explicar que la violencia contra la mujer constituye una vulneración de los Derechos Humanos, y esa dura situación debería ser suficiente para que fuera prioridad de todas las instituciones. Por desgracia, hoy es el día en que en lugar de trabajar con el movimiento feminista, organizaciones de mujeres y activistas, las instituciones les dan la espalda. Es imprescindible cambiar la actitud de las instituciones para hacer frente a la violencia, los ataques, los asesinatos y la desigualdad estructural.
Para cambiar el statu quo insoportable para las mujeres, es preciso comenzar a imaginar un futuro muy alejado de la actual situación. Y en eso está el movimiento feminista desde hace años, que ya ha dado las claves para cambiar de raíz esta cruel situación: aprobar en las instituciones presupuestos basados en la igualdad, subrayando las situaciones que perpetúan las desigualdades estructurales, y realizando inversiones para deshacerlas.
Por supuesto que el patriarcado no desaparecerá con la mera inversión de dinero. Necesitamos en las instituciones profesionales con formación en igualdad de género, militantes feministas y expertas que trabajarán para destruir el patriarcado: personas que desde las instituciones públicas, juzgados, escuelas, sistema sanitario…. reconducirán el trabajo de las instituciones y las relaciones personales hacia una igualdad real y la justicia, rompiendo con el camino recorrido hasta ahora.
Haciendo lo mismo, perpetuamos lo de siempre. Tenemos la imperiosa necesidad de cambiar la situación de desigualdad de arriba abajo. Programas como Skolae, el trabajo en común realizado con las víctimas de la violencia machista o recoger las reivindicaciones que el movimiento feminista analiza, trabaja y publica, por ejemplo, tiene una potencialidad mucho mayor que la declaración institucional que se hace una vez al año en una oficina cerrada, que una fachada vestida con el punto lila o el lazo morado que nos ponemos en la solapa.
Todo está dicho. Procedamos pues a atacar al patriarcado desde las instituciones y a construir una sociedad basada justa, libre y en paz basada en la igualdad. Desde el trabajo en común, para no necesitar más 25 de noviembre.