La decisión del Tribunal Constitucional de anular la declaración independentista aprobada en el Parlamento catalán no nos ha pillado de sorpresa; esta declaración es plenamente legitima puesto que cuenta con los votos de la ciudadanía catalana, pero al TC parece no importarle dicha legitimidad y ha pasado nuevamente por encima de la voluntad de la ciudadania. ¡Nada nuevo bajo el sol!
El mismo Tribunal Constitucional que carece de toda legitimidad en Catalunya, como recordó el texto que aprobó el Parlament, y que ha sido utilizado en otras ocasiones por el Estado contra el independentismo en Euskal Herria hizo lo que se esperaba poniendo la ley por encima de la legitimidad democrática.
La previsible decisión del Constitucional español confirma que el Estado va a continuar haciendo oídos sordos a la demanda de la mayoría de la sociedad catalana y, lamentablemente, no se prevén muchos cambios en esta postura después de las elecciones generales.
Por otra parte, las reacciones a dicha decisión confirman que el proceso catalán sigue y seguirá hasta el final. Al contrario de lo que pasó en Euskal Herria, cuando el PNV renunció en el primer –y previsible- portazo que recibió el llamado Plan Ibarretxe, en Catalunya han asumido qué pueden esperar del Estado y han decidido que esos obstáculos pueden entorpecer el proceso pero ni condicionarlo ni, mucho menos, anularlo.
Así, la resolución del Tribunal Constitucional tuvo el valor de volver a unir al bloque soberanista catalán a favor de su máximo objetivo, la independencia, dejando de lado los rifirafes de los últimas semanas.
Lo hemos dicho en mas de una ocasión: Catalunya nos ha cogido la delantera en cuanto al proceso de independencia, pero el camino para lograrlo es el ensayado en Euskal Herria, la acumulación de fuerzas.
Eusko Alkartasuna apostó por esta vía desde su nacimiento, porque está claro que solo una fuerza abertzale fuerte y que represente a la mayoría del país y al país en sí puede guiar el camino hacia la independencia. Hoy en Euskal Herria esa fuerza es EH Bildu y estamos convencidos de que debemos seguir sumando fuerzas en el camino hacia la soberanía plena.
Por eso se nos hace tan difícil entender la postura de la CUP y no concluir que más que postura es pose. La polémica sobre la idoneidad de Mas como president en la próxima etapa ha dañado de manera considerable el procés.
Desde Eusko Alkartasuna sentimos un total desapego hacia el propio Artur Mas y a CDC, porque no nos identificamos con su política de derechas y las denuncias de corrupción nos generan desconfianza, aun reconociendo que también es sospechosa la forma en que se han hecho coincidir esas denuncias con el proceso independentista.
Sin embargo, en Euskal Herria dejar de lado determinadas cuestiones para avanzar en temas estratégicos ha sido una práctica habitual y el comportamiento de la CUP está fuera de cualquier lógica.
La CUP ha hecho un daño incalculable al proceso para intentar posicionarse políticamente, cuando todo parece indicar que terminarán dando a Mas los votos que necesita para ser nombrado President. Se han empeñado en hacer valer sus 10 escaños –necesarios pero mucho menos representativos del sentir de la sociedad catalana que los 62 de Junts Pel Sí- y han sembrado la duda sobre la posibilidad de que el independentismo pueda trabajar de manera conjunta en los próximos, difíciles y definitivos meses.
Un partido como Eusko Alkartasuna, que siempre ha dejado pelos en la gatera para aunar fuerzas en el camino hacia la independencia, no puede compartir esta postura y anima a seguir uniendo fuerzas: sumar es la única vía que nos llevará a un nuevo escenario.