Otro 11 de marzo que llega. Otro 11 de marzo en el que recordaremos dónde y qué estábamos haciendo cuando supimos del terrible atentado yihadista de Madrid. A nuestras cabezas vendrán muchos recuerdos, y a nuestros corazones emociones. Talmente fue brutal, terrible y desconocido el atentado de Atocha, que a las dos semanas, la Unión Europea nombró este día como el Día Europeo de las Victimas del Terrorismo. Desde entonces se ha rememorado este día, pero con sabor a discordia.
Esta fecha, en España, ha sido marcada por los enfrentamientos entre las víctimas de ETA y las del atentado del 11-M. En Euskadi, el gobierno vasco empezó hace 4 años a participar en los actos conmemorativos, y desde el año pasado ha decidido organizar su propio acto, para homenajear a las víctimas de ETA.
El acto se celebra en Donostia, y este es el lema que reza en la invitación: “Fue injusto. GIzartea eta biktimak, elkarrekin oraina eta etorkizuna eraikiz”. Lo que no es justo es hacer tal diferenciación de las víctimas. Desde Eusko Alkartasuna tenemos claro que hay que homenajear a todas las víctimas, y que si queremos trabajar la convivencia, son necesarios actos que integren, no que excluyan, para no atrincherar aún más los de uno y otro lado.
En Euskal Herria hacemos suceder algo curioso: antes de ir a un homenaje, se mira, antes que a la víctima, al victimario. Y dependiendo quién ha matado, se va a un homenaje o a otro. El 20 de noviembre de 1984 el GAL asesinó a Santi Brouard. El mismo día 5 años más tarde, el parlamentario de HB Josu Muguruza sufrió un atentado en el hotel Alcalá de Madrid. Todos los años se les hace un homenaje, pero el PP, por ejemplo, nunca ha acudido a ellos, y no por ello se pone en duda la “democraticidad” del Partido Popular, ni mucho menos pensamos que por no acudir a este homenaje, el PP está haciendo apología del GAL.
Porque en esta situación kafkiana, todavía y muy a nuestro pesar, se mira quién ha matado para juzgar el homenaje políticamente correcto, y qué tipo de representación merece dicho acto.
El conflicto vasco ha dejado muchas, demasiadas víctimas todavía hoy catalogadas de primera o segunda clase. Si con este tipo de actos queremos realmente construir una convivencia de verdad, no podemos ni debemos jerarquizar las víctimas. Todas las personas que han sufrido por cualquier tipo de violencia merecen ser homenajeadas, también las “olvidadas” durante tantos años. Cuando hoy oigo a las víctimas de ETA decir que en los años 80 se avergonzaban, o que se sentían despreciadas, siento yo esa vergüenza propia, y ajena. No caigamos ahora en el mismo error; no dejemos de lado a otras víctimas, pues todas ellas merecen un día, un abrazo, y sobre todo, reconocimiento.
Este año también acudimos al acto “Fue injusto. Gizartea eta biktimak, elkarrekin oraina eta etorkizuna eraikiz” organizado por el Gobierno Vasco, porque ¡claro que creemos que toda violencia es siempre injusta!, y porque está en nuestro ADN manifestarnos en contra de todas las injusticias. Esperamos sin embargo, que para el 2020, podamos acudir a un acto que rememore a todas las víctimas, y que a él se acerquen todas las personas. Porque todas las víctimas se merecen cada flor que tantas y tantas veces ponemos en Euskal Herria. Esperamos que en las próximas ofrendas florales, sean a Brouard, Lidón, los asesinados el 3 de Marzo o en los atentados yihadistas, todos estemos brindado esas flores, para así hacer brotar un jardín de la memoria y la convivencia.
Lohitzune Txarola Gurrutxaga
Eusko Alkartasunako Giza Eskubideen Idazkaria