Las fotografías de responsables políticos e institucionales con lazo morado y una pancarta reivindicativa son habituales en el 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres, lo cual está bien, es una reivindicación importante que es preciso visualizar. El problema es cuando la reivindicación de un día señalado en morado en el calendario no se corresponde con el trabajo de todo el año.
La violencia contra las mujeres está absolutamente presente en la vida de la sociedad vasca, es transversal y demasiado habitual, y, sin embargo, seguimos sin entenderla. El Estudio “Violencia contra las mujeres en Euskadi: Percepción social y actitudes” realizado por el Gobierno vasco para analizar la situación en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, pone de manifiesto que aun hoy muchas personas continúan creyendo que el alcohol y las drogas están detrás de la mayoría de los actos de violencia machista y que se perpetúan mentiras como la existencia de numerosas denuncias falsas o que es un fenómeno que solo, o mayoritariamente, afecta a mujeres inmigrantes. ¡Qué poco conocemos una violencia tan presente en nuestras vidas!
La única causa de la violencia contra las mujeres es el machismo estructural inserto en la sociedad, al que no terminamos de vencer y que aprovecha cualquier oportunidad para fortalecerse. De hecho, una de las realidades que ha dejado la pandemia es que sus consecuencias han sido doblemente duras para las mujeres: la doble jornada laboral se ha hecho más patente con el teletrabajo, la violencia ha sido más cruel con el confinamiento, las enfermedades mentales que han aflorado o se han agravado afectan más a las mujeres,…
La sociedad va dando pasos adelante en cuanto a concienciación y las organizaciones feministas hacen un trabajo impagable, pero las instituciones no siempre demuestran estar a la altura. Y no debemos olvidar -como socialdemócratas estamos convencidas- que los cambios se dan en la sociedad, pero se consolidan con medidas de las instituciones que, además, deben ser ejemplares en su actividad diaria.
Es imposible construir un país libre con una violencia estructural que afecta a más del 50% de las personas por el hecho de ser mujeres. Trabajar para erradicar la violencia machista también es construcción nacional. Al menos de la República Vasca que nosotras queremos construir.