Echar la vista atrás es un buen ejercicio práctico para conocer de dónde venimos y cómo esa trayectoria refuerza nuestras posiciones actuales. El 4 de septiembre de 1986 nació Eusko Alkartasuna, por lo que este domingo, nuestra formación cumple tres décadas de historia. Fue la asamblea de Gasteiz quien tomó aquella decisión ante un PNV ambiguo y anclado en el pasado. EA surgió –y así fue tomada con ilusión por muchos ciudadanos de Euskal Herria- como un agente renovador del soberanismo vasco, socialdemócrata y comprometido con la justicia social; un partido radicalmente pacifista y defensor de los derechos humanos.
Se iniciaba un nuevo camino después de un periodo en el que los desencuentros quisieron ser zanjados por parte de la dirección del PNV mediante expulsiones de organizaciones enteras (Bermeo, Nafarroa en su totalidad y Gasteiz). Estaba claro que había distintos puntos de vista a la hora de encarar la construcción del país tanto en materia social como soberanista; algo que se visualizaría a través del debate sobre la Ley de Territorios Históricos, una cuestión que aún tiene rabiosa actualidad dado que ha vuelto a discutirse recientemente en la Cámara Vasca.
De aquel caldo de cultivo surgió Eusko Alkartasuna, que tuvo de primeros presidentes a Manuel Ibarrondo y a Carlos Garaikoetxea, respectivamente; dos personas que marcaron un camino a seguir por la militancia. Un camino con unos objetivos políticos claros, pero donde también las formas eran importantes. Nuestro partido fue pionero en muchas cosas, y entre ellas, fue el primero que aprobó un Código Ético para todos sus cargos institucionales, allá en 1989.
Desde el inicio dejó claro EA cuales iban a ser sus prioridades. A menos de 3 meses de la puesta en marcha del nuevo proyecto tuvimos que presentarnos a las elecciones autonómicas de la CAV, y de los resultados emanados de las mismas, las posibilidades de un cambio en Ajuria Enea eran matemáticamente posibles mediante un acuerdo a tres bandas entre EA, PSE y Euskadiko Ezkerra. Pero las matemáticas no lo son todo, ya que la cuestión no está en el reparto de poder, sino en tener claro para que hay que llegar al poder, y EA lo tenía claro. Para que el acuerdo fuera posible el PSE tenía que comprometerse a la transferencia de la Seguridad Social. Como bien es sabido, los socialistas no quisieron –ni entonces ni ahora- completar el estatuto de autonomía votado por la sociedad vasca tan solo unos años antes, y el acuerdo para el cambio no se pudo materializar.
Cinco años después, ya en 1991, intentando socializar el debate sobre la autodeterminación, fue EA la que propuso mociones a favor de la independencia en distintos ayuntamientos y quien motivó una declaración a favor del derecho a decidir en el Parlamento vasco. Fue ese intento constante de seguir desarrollando mayores cuotas de autogobierno en el camino de la independencia lo que nos llevó a coaligarnos con el PNV primero y a formar EH Bildu después.
Fue en el Gobierno de Ibarretxe en el que pudimos trabajar en la propuesta de un nuevo Estatuto político, un texto que incluía el derecho de autodeterminación en su articulado, gracias al trabajo de Eusko Alkartasuna. También en aquel Gobierno conseguimos poner en marcha políticas sociales como la actual RGI. No obstante, la fórmula electoral se agotó cuando un tibio PNV no accedió a realizar las consultas y cuando la Diputación de Bizkaia bloqueó a través del Tribunal de la Competencia el desarrollo de la Ley Municipal. Ambos hechos fueron acuerdos clave de aquella coalición, tras los cuales EA decidió abandonarla.
Eso no nos hizo cejar en nuestro empeño de continuar en nuestra apuesta sobertanista. Iniciamos nuestro camino para consolidar un polo soberanista y de izquierdas en Euskal Herria. No fue posible en 2009, pero sí en 2010 por el rechazo absoluto por parte de la izquierda abertzale a la vulneración de cualquier derecho humano y en 2011 con el fin de la violencia de ETA. Fue cuando EH Bildu llegó para quedarse.
Y en ese camino pacifista, no podemos dejar de mencionar que durante tres décadas de historia política, Eusko Alkartasuna ha reafirmado de manera incansable –y a veces en solitario- su rechazo explícito de todo tipo de violencia y su apuesta por vías exclusivamente políticas. EA ha estado en todos los foros en los que se ha buscado la paz y siempre ha manifestado un férreo rechazo a las acciones de ETA, al terrorismo de Estado, al abuso policial y a las torturas.
Han sido 30 años en la construcción del soberanismo, en el trabajo a favor de la justicia social y de la paz. Pero aún queda mucho futuro por delante. Decía Victor Hugo, que el futuro tiene muchos nombres pero para los valientes ese nombre es oportunidad. En Eusko Alkartasuna, como durante los últimos 30 años y (por lo menos) durante 30 más, seguiremos haciendo apuestas audaces para conseguir la mejor sociedad posible, una sociedad justa y solidaria en un país independiente afincado en la Unión Europea de los pueblos y las personas. Porque creemos firmemente que existe ese futuro, que existe esa oportunidad.