El primer discurso de la ya confirmada victoria de Trump en las elecciones estadounidenses responde a lo que cabía esperar de él, el primer presidente convicto de la historia de Estados Unidos. Cerrará las fronteras a los “ilegales”. Lo primero que destaca de las mujeres, empezando por su mujer Melania, es su belleza. Y ya veremos con qué responsabilidades de gobierno paga al empresario Elon Musk, en el preludio de la privatización de todo lo público. Trump sabe que ha ganado porque se ha llevado a parte de las clases populares que en los anteriores comicios votaron demócrata. Ni las mujeres, ni las minorías se han decantado mayoritariamente por el partido demócrata. De hecho, consciente del efecto de arrastre, habla de movimiento y no de partido republicano. La victoria es apabullante, Trump ha ganado el voto popular, controlará la Cámara de Representantes, el Senado y hasta el Tribunal Supremo. Lo más parecido al poder absoluto.
El partido demócrata, que aquí sería un centro liberal, se ha dejado arrastrar hacia políticas más conservadoras y los giros se han cobrado peaje. Su candidata Kamala Harris, declarada crítica del fracking, ha acabado haciendo campaña a favor de la tan peligrosa técnica extractiva. La gente, entre el original y la copia, acaba comprando lo primero. Por otra parte, Biden ha tapado la candidatura de su vicepresidenta. Trump llevaba cuatro años de campaña, Harris, pocos meses. Al ala izquierda del partido demócrata, Bernie Sanders ha mantenido su escaño en el senado por Vermont, pero es mayor y el partido demócrata tendrá que pasar por su purgatorio para renovar liderazgos, y tratar de rehacerse de cara a las próximas elecciones parciales que serán dentro de dos años.
Estados Unidos es quizás todavía la principal economía del mundo muy a pesar de China, y es prácticamente todopoderoso a nivel global. Lo queramos o no, el mundo entero se va a ver afectado por las decisiones que tomará la Administración Trump 2.0. Su presidencia no será efectiva hasta el 22 de enero, pero en Europa no podemos seguir esperando a lo que ocurra. Ya sea en los EE.UU. China o Rusia. Aquí tampoco habrá sorpresas. Se avienen años de aislacionismo y proteccionismo. De aranceles a nuestros productos que obviamente encarecerán nuestras exportaciones. Mal panorama porque EE.UU es el país al que más exportamos tras Francia y Alemania. Desde hego Euskal Herria, exportamos por valor de 450 millones de euros anuales.
Sin embargo, a pesar de las tentaciones, hay que olvidarse de Trump y de todos los dirigentes populistas. Nuestra brújula está en la izquierda. Punto. Que nada ni nadie nos despiste. Sería un error estratégico gravísimo caer en el marco neoliberal, en su devastadora agenda antropófaga. En Europa nos tenemos que blindar y trabajar por políticas propias de progreso para todas y todos basadas en el bien común. Acabar con las políticas y con algunas instituciones, que en algunos casos, son títeres del capital que anteponen los intereses privados a los de las personas.
La “administración” Von der Leyen también estará en marcha a partir de enero y debería buscar la centralidad mundial fortaleciendo el modelo europeo fundacional, e instaurando su propia agenda, que desde luego, no puede ser la de Meloni y Orban. En políticas migratorias cabe dar una respuesta que de una vez por todas que reconozca la responsabilidad de los países desarrollados en la crisis y se actúe en consecuencia para gestionar correctamente la llegada al continente de miles de personas. En la transición energética y la concienciación del cambio climático, Teresa Ribera tendrá que ejercer su liderazgo para que Europa cumpla con los objetivos de descarbonización. Pisar el acelerador en los derechos de las mujeres por el retroceso en los últimos años. Sin olvidar las relaciones internacionales de Europa empezando por los conflictos bélicos en curso. En todos estos temas y en otros, Europa tendrá que dejar de mirar a los EE.UU para hacer política propia.
EE.UU va a dejar de invertir en la defensa europea porque no es el negociado de Trump. Sin el paraguas de la OTAN, se empezará a hablar de “defensa europea”. En Ucrania, todo el mundo sabe que la solución no está en la guerra, sino en la negociación. Desde Europa no podemos seguir suministrando armas a Zelensky. Habrá que ir al cauce diplomático y negociar. Seguramente por debajo de los intereses de Zelensky, pero dejando la puerta abierta a que las poblaciones ocupadas por Rusia puedan decidir garantizando condiciones democráticas. El conflicto de Palestina es todavía más difícil que el de Ucrania. Para Europa la política de los dos Estados es irrenunciable. La ALE con The Left, vamos a organizar una conferencia el 10 de diciembre en el parlamento europeo para seguir impulsando el diálogo y la negociación, con juristas que denunciarán el genocidio.
Y hablando de Estados, es el momento de las naciones sin Estado. Posiblemente esta Europa no cree en ello, pero viendo el patio tan revuelto, tiene que entender que está obligada a dar pasos hacia un federalismo pragmático. Y lo acabará haciendo obligada por las circunstancias, por sus propios intereses.
En definitiva, la victoria de Trump, es una buena noticia para el mundo neoliberal, pero una pésima noticia para el resto. No obstante, también es una gran oportunidad. La gran oportunidad de sacudirnos de una vez por todas la histórica dependencia de EEUU e instaurar una sociedad basada en las personas y en el bien común, en las antípodas del modelo norteamericano neoliberal.
Lorena Lopez de Lacalle Arizti.
Secretaria de Política Internacional.