El lehendakari Garaikoetxea analiza la actualidad política en una entrevista concedida a El Diario Vasco.
Carlos Garaikoetxea está retirado de la política. Pero sigue siendo una voz autorizada en ella, más cuando ha servido de impulso a la coalición Bildu a la que pertenece su partido, EA.
- Usted que dirigió durante años los designios del Gobierno Vasco, ¿ve acertados los primeros pasos de Bildu en las instituciones?
- Sobre todo se puede observar una actitud de moderación e incluso de autocontención ante muchos ataques y críticas despiadadas que está recibiendo. No es lo mismo apoyar a unos familiares en favor de una humanización de la política penitenciaria a que se difunda que tal dirigente se manifestó en favor de los presos de ETA o de la propia ETA, como yo he oído. Y no he visto ninguna contestación de dirigentes de Bildu.
- Que el foco se sitúe en esos gestos, ¿le beneficia para disimular el arranque de su gestión?
- Eso es un latiguillo absurdo, que no se aplica a otros dirigentes. De todas maneras, se están tergiversando las posturas de Bildu cuando se le acusa ya a priori de que va a detener todos los planteamientos estratégicos para la CAV. Una cosa es decir que el Puerto de Pasaia merece una reconsideración como tantos técnicos cualificadísimos han justificado o que no debe haber localismos en el tema del aeropuerto, y otra que se quiere paralizar todo. Por cierto, nadie en Bildu ha dicho que se quiere paralizar el TAV.
- Pero la izquierda abertzale siempre ha estado en contra.
- Tampoco le ha gustado a EA cómo está planteado. Nosotros siempre hemos defendido la ‘U’, no la ‘Y’, y la necesidad de un tren para descongestionar de mercancías las carreteras del territorio, el verdadero problema. Pero la mejor manera de desacreditar al adversario es tergiversar sus posiciones.
- Deduzco que siguen siendo tan «amigos» como hace dos meses. ¿No le han surgido recelos?
- En todos los partidos uno no ve nunca exactamente a su medida todo pronunciamiento y declaración. A mí me gustaría que hubiera un plus de severidad a la hora de exigir el final definitivo de cualquier estrategia de violencia, aunque sea en situación de ‘stand by’; o un plus de expresividad para que quede muy claro que las víctimas merecen compasión, en la mejor acepción del término, respeto y solidaridad en toda circunstancia. A veces puede haber declaraciones más o menos afortunadas. Pero la voluntad de llegar a ese estado de reconciliación y solidaridad se está apuntando claramente. Cuando se habla de los tiempos es más para que se serenen los ánimos que porque existan reservas a sentir esa compasión o respeto por las víctimas. Se trata de ponderar situaciones en las que las tensiones del momento pueden convertir un acto de solidaridad en uno de estallido de emociones no deseables. No hay más que ver el escándalo organizado por un brindis festivo.
- Quizás esa contención en la izquierda abertzale pueda entenderse, ¿pero en EA?
- EA no hace ninguna contención, pero resulta curioso que cuando sus dirigentes y cargos de la Diputación acuden a un acto como el homenaje a Korta, se dice que son casi de segunda. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
- ¿Así que EA no ha dado ningún paso atrás?
- Es que no necesitamos redimirnos de nuestro pasado. Hace más de un cuarto de siglo que hemos dejado muy claro dónde estamos. Y, si algún sentido tiene nuestra presencia en Bildu es la de ayudar a consolidar ese proceso de paz.
- ¿Ha perdido EA parte de su personalidad en esta coalición?
- Yo tengo la convicción, primero, de que la aportación de EA ha sido esencial. Y, aunque naturalmente todo el mundo tiene que renunciar a cierto protagonismo, creo que la evolución de Bildu está influenciada en lo ideológico por una aproximación a posturas socialdemocráticas, hacia un centro izquierda moderado. Es lo que se va a observar en la gestión.
- Es que choca esa confluencia ideológica, cuando EA ha compartido tantos años junto al PNV.
- EA nunca ha sido ambigua: derecho de autodeterminación hacia un Estado vasco, socialdemocracia y no violencia. Son las coordenadas que están desde nuestro nacimiento, y por ahí se va.
- ¿Teme que el ‘efecto Bildu’ del pasado mayo sea efímero?
- Fue la conjunción de una serie de sentimientos y percepciones que tuvo el electorado, ante la nueva perspectiva de impulsar una gran fuerza abertzale que planteara, sobre todo, la ilusión de reconvertir una estrategia político-militar en una estrictamente política, pacífica y democrática.
- ¿Y tiene confianza plena en que la izquierda abertzale no les deje en la estacada si se legaliza Sortu?
- No lo creo, porque precisamente el gran argumento de la izquierda abertzale hacia ETA es el de la conveniencia de un gran movimiento político que necesita todas las compañías. Ahora mismo hay una invitación a Aralar.
- ¿Se ha sentido incómodo con algún gesto de Bildu?
- No. No como para que cometiera la inconveniencia en este momento de mencionarlo.
- Pero sí reconoce que echa de menos más «severidad» en algunas declaraciones.
- Es una apreciación de carácter general. Yo sería más explícito a la hora de pedir a ETA que anunciara un cese definitivo, pero eso está en la Declaración de Gernika, en la asunción de los Principios Mitchell… de manera que tampoco puedo reprochar que algunos compañeros de Bildu se nieguen a bailar al son que les tocan y a repetir los estribillos que se les exigen. Porque hay algunos empeñados, en un momento en el que evidentemente se están dando las circunstancias definitivas de debate en el mundo de ETA, en hostigar y casi dificultar ese momento. A cualquier observador sereno no se le escapa que éste es el momento de las grandes decisiones, que a veces exige la sagacidad o mano izquierda que decía el propio Rubalcaba, y no hacer las cosas más difíciles de lo que pueden ser. Además, seguramente, luego nos enteraremos de que indirectamente o de la manera que sea a lo mejor están tratando el asunto los propios gobernantes de Madrid.
- ¿Cree que lo están haciendo?
- Espero que lo estén tratando. A nadie se le oculta que una organización de 50 años va a cerrar la persiana sin hablar de esas llamadas cuestiones técnicas, aunque no sean políticas, como los presos, desarmes, etcétera.
- En su relación con históricos dirigentes de Batasuna, ¿ve en su apuesta por la política una sólida base ética?
- Creo que, desde luego, las motivaciones fundamentales tienen que ser de carácter ético y de respeto escrupuloso a los derechos humanos, y esta asunción está evidentemente asumida por la izquierda aber- tzale. Pero hay una cosa muy difícil en esta vida. Hacer que alguien maldiga 50 años de su vida entregada, equivocadamente o no, a una causa es un empeño que resulta difícil que tenga éxito. Otra cosa es que de una manera implícita con una renuncia a la secuencia de esos 50 años para el buen entendedor las cosas estén suficientemente claras. Pero comprendo a las víctimas, que son las que merecen siempre respeto, y que tendrán que recibir expresiones afectivas y de respeto más explícitas siempre.
- ¿Cree que ETA se va a pronunciar de caracter definitivo?
- Es que una cosa son las situaciones de facto y otras las declaraciones definitivas. En Irlanda tardaron diez años. Espero que aquí vaya mucho más rápido.
- Insiste en que está retirado de la política, pero ¿sigue teniendo el lehendakari Garaikoetxea peso en la estrategia de EA?
- Sonaría petulante decir que lo tengo. Soy el primero en entender que cuando uno se hace a un lado hay que ser consecuente.
- Mirando a las próximas elecciones y con todas las encuestas favorables al PP, ¿le inquietan las advertencias hacia Bildu?
- Oyendo el linchamiento que se ha hecho a su concejal del PP (en alusión a Ramón Gómez) uno teme que tengan mayoría absoluta, pero la vida da muchas sorpresas. Ya vimos en el Reino Unido, aunque claro es el Reino Unido, que la derecha afrontó con más decisión el proceso de paz. Aquí la izquierda española no está demostrando determinación sino pánico ante lo que diga el PP y a afrontar el final del mandato con actuaciones decididas. Quizá Rajoy, que deja que ladren sus segundos, pueda darnos una sorpresa.
- Así que no es pesimista…
- ¡Cuidado! No lo descarto… Es que creo que para cualquier hombre o mujer de Estado que se precie de serlo dar el finiquito al problema de la violencia no solo sería una obligación sino una tentación muy golosa.
- El lehendakari quiere «un relato objetivo» de lo ocurrido, ¿cuál sería el suyo?
- Exigiría una tesis doctoral porque desde el 59 hasta ahora hay fases que habría que analizar una por una. Desde lo que inicialmente fue aceptado como una insurrección hasta que perdió el sentido. Las cosas hay que juzgarlas con perspectiva histórica y aplicar al final ese dicho de que ‘nunca es tarde si la dicha es buena’.
Fuente: El Diario Vasco