Iñaki Cabasés y Javier Ayesa La realización de la valoración respecto a la política que desarrolla el equipo de Gobierno municipal en Pamplona-Iruña exige analizar, con cierto detenimiento, los aspectos más relevantes de la misma, análisis que, generalmente, no gusta a los integrantes del equipo de Gobierno, que tratan de descalificarlo con mayor o menor desconsideración.
Sin embargo, mientras gobiernan, no parece preocuparles mucho que, en sus acciones y decisiones, se produzcan auténticos despropósitos que quedarían en muchas ocasiones consolidados de no ser por la intervención de los grupos de la oposición. Y tampoco que lo estén haciendo en decisiones relevantes por ser costosas o irreversibles, abusando de una mayoría absoluta numérica, que no social, amparados en un sistema político elaborado para ciudades mucho más complejas y grandes que la nuestra.
No parece importar lo más mínimo que se produzca un desarrollo urbano tan interesado que resulte sospechosamente discriminatorio según sea el promotor; que se planifiquen las infraestructuras de manera que el pamplonés tenga más fácil un centro comercial que unas instalaciones deportivas o una biblioteca; que las obras se eternicen no por su complejidad sino por que se rehacen constantemente para paliar errores tan expresamente advertidos como menospreciados por una prepotencia injustificada.
Ni que en el ámbito social, en todas sus variantes, se tenga a timbre de honor ignorar a todos los grupos de la oposición, ya sea para confeccionar el programa de San Fermín, poner guarderías (o mejor dicho, no ponerlas) o extender la zona azul.
Lo único que parece molestar es la crítica a todos esos actos y efectos de la acción de gobierno sin considerar que se está perdiendo una oportunidad de oro para hacer una ciudad de todos y para todos con la garantía añadida de que, al disponer de la mayoría absoluta, siempre se va a tomar una decisión que no puede contrariar al equipo de Gobierno y mucho menos ser adoptada en contra de su criterio.
Sería una irresponsabilidad con nuestros electores y con todos y todas las pamplonesas, no poner de manifiesto este estado de cosas, no denunciar la actitud contra el euskera o no censurar el abuso en la utilización de la alcaldesa por encima de todo y de todos. Algo que resulta personalmente incómodo denunciar pero que es flagrante y de consecuencias negativas para la institución municipal , a nuestro modo de ver. Y que no deja de ser algo que se comenta por muchos, tanto de los integrantes de la corporación como ciudadanos. Y no sólo de la oposición.
Al inicio de la legislatura, nosotros manifestamos expresamente nuestra voluntad de participar y ejercer el derecho de propuesta, o el de protesta si no se nos reconocía otro. Y a la vista está que se ha elegido que sólo podamos ejercer el de protesta, y no por nuestra voluntad sino en contra de ella. Y existen infinidad de pruebas de nuestra voluntad, iniciativas y desconsideración del equipo de Gobierno; equipo de Gobierno oficialmente de dos y realmente de uno. O de una para ser más exactos.
No somos responsables de que quienes públicamente se presentaron como moderadores de la derecha rancia de Navarra no hayan encontrado ni una sola oportunidad para ejercer esa moderación y se hayan visto tragados por esa ola derechizante que, con razón, aventuraban y que está pletórica con esa sumisa actitud.
No queremos dramatizar las consecuencias de un gobierno mal entendido y ejercido que no valora la pluralidad de nuestra sociedad como un valor sino como un problema y que, por tanto, procura que no se visualice ni en el debate municipal ni mucho menos en el desarrollo de la ciudad. Hay numerosos ejemplos de que se están tomando decisiones por este Gobierno, en contra de la oposición, demasiado irreversibles para no denunciar que van a condicionar el futuro de Pamplona-Iruña de una manera inadecuada.
Entre otras cosas, Pamplona-Iruña está pagando a precio de oro su urbanismo porque se le carga con los traslados de industrias que se radican en otros municipios a los que cotizarán en el futuro. Es decir, pagamos los gastos y nos quedaremos sin los ingresos. Ningún edificio institucional contribuye a las cargas municipales, ni siquiera el coste del suelo que se hace gravitar sobre todos los pamploneses. Igual esto tiene que ser así pero al menos que en otros supuestos, el gobierno municipal sea más beligerante en la defensa de los intereses de Pamplona-Iruña. Incluso ante al Gobierno de Navarra. No puede tolerarse, por ejemplo, que haya aulas en colegios públicos de Pamplona-Iruña (Ave María, Patxi Larrainzar…) con los alumnos poco menos que en casetas de obra sin que el gobierno municipal exija públicamente al de Navarra, aunque sea de su partido, que resuelva ese problema, que es suyo. O que se acepte sumisamente que se decida, sin el concurso del Ayuntamiento, la ubicación de una nueva cárcel en un espacio municipal protegido. Y que no se estén negociando inversiones en infraestructuras de transporte absolutamente convenientes y muchas imprescindibles que deberían haberse realizado hace muchos años. Y no resuelve echar las culpas al gobierno central porque ahora ya no es de su partido.
No hemos elegido nosotros hacer ciudad sólo desde la oposición. No queríamos ni queremos un gobierno tan sordo y ciego ante los ciudadanos. No queríamos ni queremos tener tantas cuestiones para reparar en la próxima legislatura.
La defensa de la dignidad institucional y política del Ayuntamiento, el respeto a la ciudad, a todo nuestro patrimonio cultural, incluido el euskera, al desarrollo urbano y económico, al progreso social, al respeto medioambiental, al impulso del transporte público… En todo ello, trabajaremos durante lo que nos queda de legislatura. Queremos que, de una vez por todas, se pueda mantener en el Ayuntamiento un diálogo plural, que verdaderamente haya un respeto a la oposición, representante de gran parte de la ciudadanía pamplonesa, a la hora de acometer decisiones en el gobierno municipal.
Pero lo dicho. Ejerceremos el derecho de propuesta o el de protesta, pero lo ejerceremos; y con paciencia democrática hasta la próxima legislatura. Porque ya falta menos…
Fuente: Iñaki Cabases