Unai Ziarreta Europa tiene desde el pasado domingo un nuevo estado. Montenegro ha decidido separarse de Serbia y lo ha hecho de forma pacífica y democrática, con el beneplácito además de la Unión Europea. Salvando las distancias, que son muchas, como ya se han encargado de repetir hasta la saciedad durante estos días tanto el PP y el PSOE como la prensa hispánica, del caso montenegrino sí hay enseñanzas que extraer en Euskal Herria. La primera y más importante, la que más temen PP y PSOE precisamente, es que allí todas las partes implicadas fueron capaces de subordinar sus posiciones particulares a la voluntad de la ciudadanía, alcanzando así un acuerdo que reconocía el derecho de autodeterminación del pueblo de Montenegro y del cual ha sido consecuencia el referéndum por la independencia. Éste es el reto que debemos abordar las fuerzas políticas vascas en la Mesa de Partidos, el de consensuar un escenario basado en la asunción del derecho a decidir de la sociedad vasca.
Será en ese foro donde haya que pactar fórmulas y mecanismos para hacer efectivo ese derecho. En Montenegro han tenido el aval de la Unión Europea, que se encargó de fijar un umbral mínimo de participación en la consulta (50% del censo) y también un mínimo de apoyos a la secesión (55% de los votos). También en Eusko Alkartasuna consideramos necesaria la implicación de la comunidad internacional en la resolución del conflicto vasco pero discrepamos rotundamente de requisitos como los establecidos en Montenegro. ¿Por qué exigir a una de las partes una mayoría cualificada para poder llevar adelante sus planteamientos? ¿Acaso no habría sido lícita la secesión de Montenegro si los partidarios de la independencia se hubieran quedado en el 53%? La respuesta es obvia, pero a veces los abertzales cometemos el error de dar por buenos y de aceptar esos requisitos que los nacionalistas españoles ni se plantean para sí mismos. En democracia debe primar el criterio de mayorías-minorías y, en consecuencia, el 51% deberá bastar en una futura consulta en Euskal Herria. Lo contrario sería tanto como negar la esencia misma de la democracia, como aceptar que la minoría puede imponer su criterio a la mayoría.
Unai Ziarreta es secretario general y portavoz de EA en el Parlamento Vasco
Fuente: Unai Ziarreta