Begoña Lasagabaster Olazabal A lo largo de los años, he tenido ocasión de visitar como observadora electoral lugares en los que existía algún nivel de conflicto de naturaleza diversa: Bosnia, Palestina, Líbano, Venezuela, Perú…, y he participado en conferencias donde se han analizado distintos contenciosos en el mundo, tales como Irlanda, Sri Lanka, Sudáfrica, Guatemala o Israel. Todo ello me ha permitido escuchar a los agentes implicados y a expertos dedicados a investigar metodologías para encontrar una resolución. En todos los casos, el primer paso consiste en conocer las diferentes visiones de los sujetos del conflicto, hablar con ellos, atender sus explicaciones, sus razones, sus porqués y escuchar las soluciones que proponen unos y otros.

A veces, desde la distancia y la perspectiva, creemos fácil resolver determinadas crisis porque no estamos implicados total y absolutamente en una posición determinada y el hecho de no estar directamente inmersos en el sufrimiento que desgraciadamente conlleva todo contencioso nos permite hacer un ejercicio de abstracción y realizar así el esfuerzo de intentar entender las distintas posturas. Esta actitud es la correcta siempre que no se caiga en la tentación de simplificar todo tanto que terminemos creyendo que estamos en posesión de la verdad absoluta, cuando en nuestro caso no conseguimos poner fin a los contenciosos en los que vivimos.

No entraré a describir, explicar o clasificar el comúnmente denominado ´conflicto vasco´, ya que es evidente que también nosotros tenemos uno. Este artículo no pretende tratar de analizar ni su porqué, ni las razones, ni cómo hemos llegado a este momento, ni lo que nos deparará el futuro. De todo esto se ha hablado y se hablará mucho.

Hoy, sabiendo que estamos obligados a encontrar una solución, no sólo para el bien de nuestra generación sino también para las generaciones futuras, al escribir estas líneas mi intención es proponerles algo concreto, un trabajo individual de todos y cada uno de ustedes, que desde mi perspectiva puede resultar positivo para toda la sociedad. Les planteo tres posibilidades para que traten de llevar a cabo un ejercicio de simulación que les permitirá un mayor entendimiento de las distintas posturas o ´verdades´ de toda situación conflictiva.

La primera sólo requiere un poco de tiempo y la voluntad sincera de querer ofrecer una aportación válida para la comprensión. Imagínense que llegan a Euskadi como observadores internacionales y están interesados en saber qué pasa y qué respuesta existe para este ´conflicto´. A través de los medios de comunicación han conocido expresiones tales como que ´se ha abierto una puerta´, ´se ha iniciado el principio del fin´ y ´ahora le toca a la POLÍTICA en mayúsculas llegar a un acuerdo y una reconciliación social´. Han visto y leído múltiples expresiones que se han venido repitiendo en el último mes, pero ello no les ha permitido llegar a conocer en profundidad lo que ocurre.

Euskadi es plural (o habría que decir ´transversal´, ahora que está tan de moda el término sin que se sepa exactamente a qué se está refiriendo) y además no es tan grande como para no conocer en nuestro entorno a personas con diferentes pensamientos, por lo que no encontrarán problemas para entrevistar a personas de opiniones distintas, más cercanas y más alejadas respecto a las cuestiones que les parezcan relevantes del conflicto.

Ustedes determinarán qué agentes y cuántos deben participar, y a ustedes les corresponderá también preguntarles cuál es la mejor solución y cuál es la mínima respuesta que aceptarían para los temas políticos o sociales que les parezcan oportuno plantearles. No se trata de hacer un ensayo, es suficiente con redactar apenas media página o veinte líneas de resumen de lo respondido por aquellos agentes que hayan decidido que deben tomar parte.

La segunda posibilidad, si no quieren tener que depender de otras personas por las razones que sean, es coger papel y lápiz y, de todo lo que han vivido, saben y han leído del conflicto, escriban las mismas diez o veinte líneas poniéndose en la piel del resto de los agentes, tratando de olvidar cuál es su propia posición al respecto

La tercera es llevar a cabo un juego de simulación, técnica que se utiliza habitualmente en los procesos de resolución de los grandes conflictos. Ello requiere que se reúnan personas con opiniones distintas y que organicen un debate, un intercambio de posiciones. Si uno sostiene una idea debe tratar de defender la postura más alejada de su propio ideario (ustedes decidirán cuántos agentes deben participar, cuántos territorios y los temas políticos, sociales, etcétera a tratar).

Sólo deben recordar tres cosas: primera, que aunque es un juego, deben intentar representar a la otra parte como si fueran ellos mismos; segunda, que no se ofendan nunca con los demás, se trata de una técnica, de un juego de simulación; y tercera, que para que no se les haga agotador ni infinito, establezcan un límite de tiempo razonable, aunque en toda negociación siempre se puede detener el tiempo, elaborar conclusiones que no se harán públicas y otro sinfín de técnicas que permitirán que, si hay voluntad, las reglas no impedirán lograr el acuerdo, siempre que todos hayan mostrado su disposición a modificar las normas.

Quizás a muchos les parezca esta propuesta un tanto ridícula. Otros puede que no logren finalizar lo previsto ante la imposibilidad de entender, de situarse en determinados roles o por la razón que fuere. No importa, si han hecho un trabajo real, significa que han querido acercarse y esta actitud es clave para generar empatía, para en definitiva contribuir todos a la resolución del conflicto. Con ese esfuerzo, podrán profundizar en muchas de las cosas que probablemente sabían, pero que no habían abordado desde otras perspectivas. Podrán conocer dónde están los límites de todos y cada uno de nosotros, los puntos comunes, los divergentes, en dónde pueden coincidir las mayorías y en dónde debe respetarse también a las minorías. En definitiva, poseerán instrumentos clave del proceso que todos vamos a vivir.

Les aseguro, que aunque les pueda parecer una idea curiosa, esta labor de entendimiento unida a la de otros muchos es la ´clave´ de la solución de este ´conflicto´.
Fuente: Begoña Lasagabaster