Carlos Garaikoetxea se define a sí mismo como un «humilde jubilado». Lo es en teoría. Hace años que abandonó Ajuria Enea y los órganos de dirección de Eusko Alkartasuna. Apenas se considera un militante de base y afirma que su ascendiente sobre su partido se «sobrevalora». Pero, como él reconoce, es «genio y figura». Y la política le puede. Instalado en su despacho privado de Pamplona, concede una entrevista al diario El Correo; el que fuera el impulsor de EA mantiene a sus 72 años la misma capacidad para el análisis y parecida fuerza que le convirtieron en uno de los principales referentes de la reciente historia política vasca.
- ¿Han respondido a las expectativas de Eusko Alkartasuna los últimos comunicados de ETA?
- En términos definitivos, no. Creo que ETA va al socaire de lo que la izquierda abertzale le va marcando. Su último comunicado fue algo decepcionante, aunque entendemos que la propia cultura de ese mundo hace muy difícil que, de la noche a la mañana y después de 50 años, dé un giro de 180 grados. Además, en los conflictos hay que intentar ponerse en la mente del que tienes enfrente para entenderle; y lo que para nosotros pueden ser pasos irrelevantes, para ellos pueden ser de gigante. Aun así, las cosas han cambiado, mucho más en la izquierda abertzale y más lentamente en ETA.
- ¿Se ha fijado EA algún plazo para mantener su colaboración con la izquierda abertzale si ETA insiste en su ambigüedad?
- No hay un plazo concreto, pero que quede claro que yo hablo a título personal. Poner plazos no es aconsejable. Pero es evidente que esta situación no se puede eternizar. No es buen síntoma que hayan transcurrido seis meses sin que ETA haya contestado a los mediadores de Bruselas; sus respuestas son desalentadoras. Esperemos que sean más rápidos en sus próximas reacciones porque ETA debe dejar claro que apuesta por un alto el fuego definitivo.
- La realidad es que la banda sigue poniendo condiciones para abandonar las armas.
- Sí, pero ya no son las típicas de antaño. Ellos hablan de un escenario de igualdad de oportunidades, de superar la legislación actual, la ley de partidos; de aspectos de la política penitenciaria… Dentro de la retórica y la hojarasca habitual de ETA, sí hay cambios, insuficientes, pero los hay.
- ¿Cree que la lentitud en la respuesta de ETA se debe a que no saben cómo tomar la decisión o a que hay sectores internos que quieren seguir atentando?
- Las dos cosas. En ese mundo no hay una uniformidad absoluta. Es perceptible un grado de tensión dialéctica en ese dúo que forman la izquierda abertzale y ETA, y dentro de la propia banda también habrá debate. Pero el sustento de ETA es un entorno social, y éste le está diciendo claramente que tiene que parar. ETA no está en condiciones de contravenir lo que es una decisión mayoritaria dentro de la izquierda abertzale.
Los mediadores
- ¿Qué importancia tienen los mediadores internacionales?
- Son muy importantes porque emplazan a ETA. A la banda no le beneficia dar un portazo a cuatro premios Nobel, a dos ex presidentes y a diferente gente ilustre porque eliminaría cualquier tipo de comprensión internacional. Por eso, en cierta medida, se siente presionada. Cuando las conversaciones directas son complejas, unos mediadores discretos son muy importantes. Quizá no los de Bruselas, pero sí puede que otros.
- ¿No está EA arriesgando demasiado?
- EA está arriesgando porque, en esta vida, cuando se hacen apuestas se corren riesgos. El que no apuesta no se equivoca nunca, pero no es el momento de esperar a ver qué hacen los demás. Nosotros queremos coayudar a que esa estrategia político-militar se transforme en una vía cívica.
- ¿Y esta colaboración puede acabar con miembros de la izquierda abertzale dentro de las listas de EA en 2011?
- A mí me parece bien que haya una actitud abierta hacia la gente de ese mundo o de cualquier otro que asuma los principios ideológicos y programáticos de EA.
- Que incluyen un rechazo explícito a la violencia.
- Claro, es que está en los propios estatutos y en el frontispicio de EA. Cualquiera que quiera ir en las listas de nuestro partido tendrá que rechazar la violencia. Cuando algunos dicen que EA es el acompañante ingenuo o cosas peores de Batasuna… ¡si nosotros apostamos por la no violencia! Si la pregunta es quién se acerca a quién, está claro que nosotros estamos donde siempre hemos estado.
- ¿Acabará todo este proceso en una alianza electoral con la izquierda abertzale?
-Ojo, nuestras diferencias ideológicas son muy importantes. Somos partidos diferentes. EA, por definirlo, se situaría en una socialdemocracia, en el centro izquierda; no en una izquierda alternativa, antisistema, que contesta a todo lo contestable y que se mueve en unas coordenadas ideológicas un poco decimonónicas e, incluso, un poco anacrónicas.
- Pero parece que ese polo soberanista avanza.
- Hay un planteamiento común a los efectos de conseguir la pacificación y normalización del país. Pero eso no quiere decir que haya una identificación ideológica. Por lo que sé, no hay nada previsto ni ninguna operación de ésas que se rumorean por ahí ni ninguna alianza. Es más, tanto EA como Batasuna han reiterado que no es muy previsible una entente de ese tipo. A Eusko Alkartasuna lo que le interesa es una comparecencia electoral en solitario. Además, hay una frontera roja que es insalvable: el desmarque inequívoco de toda connotación violenta.
- ¿Se siente usted cómodo en este escenario?
- Las coaliciones siempre son incómodas. Pero en política hay que sacrificarse en aras de objetivos de mayor calado. Y no lo digo por mí. Los concejales que han convivido con la izquierda abertzale han sufrido problemas inimaginables de convivencia en muchos pueblos. Y esa gente es la que tiene más mérito porque entiende que merece la pena el sacrificio y ese cambio de chip para superar un ciclo de 50 años de violencia. Por ejemplo, hubo ediles de Etxalar que anunciaron su marcha, pero cuando les explicamos todo, volvieron. Ésa es la prueba del agua regia más importante.
- Es decir, que EA sigue teniendo espacio propio.
- Claro. Además, no soy muy partidario de las coaliciones. No por aversión a ningún partido concreto, pero es que siempre generan una cierta confusión.
- ¿Cómo ve al PNV ‘post-Ibarretxe’?
- Con mucho respeto. Yo no miro hacia atrás con ira, todo lo contrario. El PNV es un partido muy importante en este país. Ahora creo que se ha decantado hacia las tesis de Josu Jon Imaz.
Los «tenores» del PNV
- ¿Qué le parece el acuerdo que el PNV ha firmado con el PSOE?
- Creo que ha dado un paso muy especial. Por un puñado de euros se ha convertido en sostén y garantía de continuidad para Zapatero. Eso para un partido nacionalista es una cosa muy seria. Habría que aclarar muchas cosas sobre lo que se ha firmado sobre las políticas activas de empleo. Si eso significa renunciar a las políticas pasivas y a otras reivindicaciones, hay una deriva. Pero supongo que entra dentro de su pragmatismo. Sabe buscar electores en todos los rincones del país.
- ¿Cree que las tesis de Joseba Egibar son minoritarias?
- No me atrevo a hablar de posiciones enfrentadas. El PNV tiene una gran variedad de lo que yo llamo bajos, tenores, barítonos y contraltos para abarcar todas las sensibilidades. No creo que haya grandes diferencias.
- ¿Quién ve mejor colocado para ser el sucesor de Juan José Ibarretxe como candidato del PNV a lehendakari?
- (Risas) Hombre, no soy el más indicado para hacer una preselección de candidatos del PNV. No sé. Parece que Urkullu está concitando una convergencia de sensibilidades. Pero si Ibarretxe vuelve con ánimos, probablemente sería el candidato más apetecible por las bases. Vamos, creo yo.
- ¿Cómo valora el Gobierno de Patxi López?
- No me gusta juzgar mucho a mis sucesores, pero es bastante decepcionante. Hay algo que no me gusta: fundamentar una gestión en base a desacreditar los precedentes. Su alianza con el PP me parece frentista en cuanto a cruzada para pararle los pies al nacionalismo vasco. Me gustaría ver cuál es la cosecha de sus viajes a Brasil o China. Viajar es fácil, pero hay que ver qué inversiones hay que hacer. Hoy en día hay mucho turismo político, aunque no digo que esto lo sea.
- ¿Y en cuanto a su actitud ante el debate abierto en la izquierda abertzale?
- Es incomprensible su inhibición para liderar, de la manera que sea, este momento histórico. Yo hubiese actuado de otra manera. Ya en 1983 intenté montar una mesa de partidos. Incluso la izquierda abertzale acudió de manera discreta a Ajuria Enea, pero ETA lo descalabró todo. ¡Cuánto se habrán arrepentido de estos casi 30 años perdidos!
- ¿Y no son estos fallidos antecedentes lo que obliga a ser algo cautos?
- Claro, pesan como una losa. Los antecedentes han hecho que lo que antes era el notición del siglo, el anuncio de un alto el fuego, hoy no lo sea.
- Dice que López debe liderar el escenario abierto, algo en lo que coincide con Jesús Eguiguren. ¿Cree que sus tesis son minoritarias dentro del PSE?
- Hay un lenguaje oficialista, el que yo llamo políticamente correcto. Y, a veces, quien lo pronuncia, en su fuero interno, está pensando lo contrario. Y ése puede ser el caso de López, Ares, Rubalcaba y hasta Zapatero. Creo que las tesis de Eguiguren están más extendidas de lo que parece en el PSE.
Fuente: El Correo