Jose Ramón Urrutia Elorza NO parece suficiente la decisión adoptada por la Comisión Europea, el pasado día 20 de julio, de cerrar el caladero de la anchoa en el golfo de Bizkaia hasta finales del año 2006. Parecido acuerdo se tomó el pasado ejercicio de 2005 sin hacer caso a las solicitudes técnicas de cierre total e indefinido, y las consecuencias han sido una desastrosa campaña, y el cierre anticipado. Debido a ello el cierre del caladero no debe tener limites temporales, sino ha de mantenerse hasta que se produzca una recuperación real y total, que permita la reapertura de la actividad pesquera con todas las garantías.
Una de las primeras alarmas con respecto a la anchoa la dio, infructuosamente hace dos años, el Consejo Internacional de Explotación Marina (C.I.M.E.), y los ministros de pesca comunitarios no aceptaron entonces la recomendación de limitación de capturas o mas drásticamente dejar cerrado el caladero del Golfo de Bizkaia. Las consecuencias las estamos sufriendo y las vamos a seguir si no dejamos las decisiones en manos de los expertos y de los informes científicos, y no en los intereses políticos.
El Comité Científico comunitario estima que la biomasa de la anchoa en el Golfo de Bizkaia se encontraría, en estos momentos, en una cifra que no alcanzaría las 19.000 toneladas, recomendando una futura evaluación de existencias en primavera de 2007, teniendo presente en todo momento la posibilidad de un TAC (Total Admisible de Capturas) cero para 2007.
El director de Greenpeace ha comentado recientemente que la decisión de reabrir el caladero debe de hacerse única y realmente en función de los datos científicos y en la certeza real de la recuperación de la anchoa. Asimismo el informe del Instituto Vasco de Investigación pesquera Azti refleja que las estimaciones de existencias se encontrarían por debajo de la biomasa de precaución (33.000 toneladas) y por debajo de la biomasa de seguridad de 21.000 toneladas, para la campaña científica de 2006. Desconociéndose la capacidad de recuperación y el proceso de superación de los limites mínimos exigidos.
La anchoa en el Golfo de Bizkaia es explotada por los pescadores franceses y por los procedentes de la cornisa cantábrica: gallegos, Cántabros, asturianos y vascos, con una flota cercana a los 200 barcos. La Comisión Europea ha comunicado que los pescadores afectados por la veda de la anchoa percibirán ayudas procedentes del Instituto de Financiación y Orientación Pesquera (IFOP). Los fondos del IFOP, cofinanciados por los estados miembros, permiten compensaciones durante seis meses. Como en 2.005, según la CE, las ayudas por la veda de la anchoa se otorgaron durante menos de seis meses, la parte restante se puede conceder esta campaña, siempre que los apoyos entre 2005 y 2006 no superen el equivalente de un semestre.
El proceso de negociación, esperemos que rápido y sencillo, entre el Ministerio de Agricultura y Pesca y las Comunidades Autónomas, incluido el Gobierno Vasco, de cómo financiar la ayuda de los 85 euros por parada de 40 días para la flota dedicada a la anchoa en el Golfo de Bizkaia, no debe generar mas tensión y problema, recordando que en el Consejo de Ministros de la U.E. de diciembre de 2005, se acordó reabrir el caladero en contra de las recomendaciones de los científicos, siendo esta decisión muy criticada por los arrantzales y por el Gobierno Vasco, siendo la misma fruto de un pacto entre el Gobierno galo y el español.
Mientras tanto habrá de replantearse la situación y la realidad del sector pesquero en nuestro país en un horizonte temporal y buscar soluciones alternativas, y entre tanto poder aprovechar si fuera de interés para nuestros arrantzales, el acuerdo firmado por la Comisión Europea con Mauritania, que sustituye al actual y que permitirá que unos 200 barcos de los estados miembros, 180 de matrícula del Estado español, puedan a partir del 1 de agosto, y tras terminar la costera del bonito, poder pescar en los caladeros mauritanos.
El año 2002 en Johannesburgo se firmó un compromiso para lograr que todas las pesquerías estén en rendimiento máximo posible en 2015. Para lograr ello debía de exigirse una reducción del esfuerzo pesquero para recuperar la biomasa fecunda o los adultos en estado de reproducción de cada una de las especies en situación de desaparición. Es necesario llevar a cabo un seguimiento de cada especie al objeto de que en momentos de situación de crisis se actúe y se busquen soluciones no a corto plazo, sino para una situación estable en un horizonte temporal dilatado.
* Senador de EA por la CAV
Fuente: José Ramon Urrutia