Artículo de opinión de Juanjo Agirrezabala
“Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural”. El artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU establece el derecho de autodeterminación y su objetivo. Eso se resume en un viejo lema electoral de Eusko Alkartasuna: independencia para vivir mejor.
Es el objetivo por el que trabajamos en Euskal Herria y en Europa, derecho a decidir y justicia social. En Europa es un objetivo compartido con los partidos que conforman la Alianza Libre Europea (ALE). Aspiramos a conseguir una Unión Europea más democrática y descentralizada, mejor preparada para hacer frente a los retos que plantea la globalización. Nuestro modelo es una estructura europea que proteja la riqueza de nuestra diversidad a la vez que nos permita beneficiarnos de una Unión Europea fuerte. Por el contrario, rechazamos el modelo de la Unión Europea monolítica que sustituye los estados tradicionales y que deja el poder real en manos de los Estados Miembros más grandes.
En definitiva, trabajamos para construir una Europa de los pueblos pensada para las personas. Lo cual quiere decir priorizar la unión política y social por encima de la económica. Es decir, el ideario de la ALE está más vigente que nunca en vista de la reciente crisis de Grecia.
Como decía el mediático ex ministro griego Yanis Varufakis recientemente, se ha dado un golpe definitivo al proyecto de integración europea. Y no han sido los griegos los autores de dicho golpe. El problema es que el espíritu europeo se ha quedado absolutamente en el olvido para priorizar una unidad monetaria imposible sin la unidad política y social.
El derecho a decidir de la ciudadanía afecta a toda la ciudadanía europea, no solo a quienes tenemos pendientes procesos de soberanía. También los griegos tienen derecho a decidir qué hacer con sus bienes públicos, si bien la Troika, o Alemania, o los poderes económicos ajenos a Grecia, han decidido ponerlos al servicio del los pagos de una deuda impagable.
Durante las últimas semanas, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional han mantenido una estrategia de presiones y amenazas contra el Gobierno Griego de Syriza. En definitiva, han instaurado una política de miedo en un país en el que desde el inicio de la crisis el PIB está cayendo en picado y ha sufrido brutales reducciones de gasto público.
Atenas y Bruselas han aprobado finalmente un acuerdo en el que nadie cree, porque el Gobierno de Syriza ya ha dicho que lo asume sabiendo que no es la solución y el propio ministro de Finanzas alemán ha tenido la desfachatez de decir que el acuerdo no tiene sentido y que humilla a una sociedad al borde del abismo.
El Gobierno griego se ha comprometido a continuar aplicando “reformas” fiscales y en el sistema de pensiones que van a empobrecer más a la ciudadanía. Y lo hará por impedimento de los grandes estados europeos que han sustituido a los estados tradicionales en nombre de la UE.
De eso sabemos mucho también en Euskal Herria, que tras décadas de demandas de cambios en la Constitución que den respuesta a la demanda de la sociedad vasca, vimos como la sacrosanta e inmutable Constitución española fue reformada con nocturnidad y alevosía para establecer la prioridad absoluta del pago de la deuda pública en los presupuestos generales del Estado respondiendo al Pacto Fiscal Europeo firmado anteriormente.
Estados como el griego o el español asumen problemas internos, renuncian totalmente a su soberanía y obedecen ciegamente las órdenes sin sentido que dan los mismos miembros de la UE que se comprometen a tratar con guante de seda al siempre inconformista Reino Unido, cuyas reticencias frente a la UE parece que desembocarán en un referéndum sobre la permanencia o no en la Unión.
Eusko Alkartasuna, como partido europeísta, apuesta por una Unión Europea cohesionada, fuerte y compacta, basada en la unión política y social que tenga como objetivo la consecución de la justicia social. Por eso trabajamos para cambiar esta Unión Europea.