El doctor Edmond Simeoni ha dedicado su vida a la causa de Córcega. Es uno de los principales impulsores del nacionalismo corso moderno y miembro de una saga sin la que no se entendería el movimiento independentista de la isla. De hecho, es padre de Gilles Simeoni, el presidente del Consejo Ejecutivo de Córcega. Histórico de la lucha de las naciones sin Estado en Europa, Simeoni compartió espacios para la reivindicación soberanista con el lehendakari Garaikoetxea, y conoce la realidad de Euskal Herria. Aunque los medios de comunicación de Hego Euskal Herria no han dado demasiada información sobre los resultados de las últimas elecciones del Estado francés en Córcega, lo cierto es que han sido históricos ya que, por primera vez, se ha conseguido formar un ejecutivo nacionalista. La fórmula para conseguirlo ha sido la ensayada por Eusko Alkartasuna y EH Bildu en Euskal Herria: la unidad del soberanismo. Como pasa en Hegoalde con Catalunya, los vascos continentales observan el proceso de Córcega con interés y esperanza por las consecuencias que pueda tener en el conjunto del Estado francés.
¿Cómo analiza los históricos resultados obtenidos el 13 de diciembre de 2015?
No ha sido ninguna sorpresa aunque la lucha haya sido particularmente larga, desde 1960, cuando se hizo una intervención en Argentella contra unas infraestructuras nucleares y, sobre todo, aunque haya sido una lucha desigual entre una gran potencia como Francia y una modesta isla abandonada literalmente por el poder central durante dos siglos. Francia se ha contentado con utilizar Córcega como su reserva de hombres destinados a la función pública metropolitana y colonial. Hay que señalar también la importancia de nuestra diáspora, más de un millón de personas, lo cual pone en evidencia la trascendencia de nuestra emigración crónica por la falta de desarrollo. El Estado intentó imponer, a partir de 1957, un Plan de desarrollo que no sólo negaba la existencia del pueblo corso sino que dejaba sus principales riquezas en manos extranjeras. La confrontación era inevitable: en 1975, el drama de Aléria marcó el principio de la rebelión corsa contemporánea; en 1976, nació el FLNC, que mayoritariamente realizó atentados contra los bienes de los no corsos y, en particular, del Estado. La represión fue muy dura. ¡Más de 10.000 atentados, una justicia de excepción, más de 200 muertos! Francia puso en marcha una política de colonización que impulsaba la llegada de no corsos a Córcega para hacerse con las tierras. Pero nuestra reivindicación prendió en la sociedad civil de la isla y en la diáspora. Entre 1977 y 1980, el Estado avaló las prácticas policiales paralelas de Francia, que quedaban impunes. La llegada de François Mitterrand al poder en 1980 supuso el fin de la justicia de excepción, la amnistía de los presos políticos, la libertad de prensa y por primera vez se nos concedió un estatuto particular, aunque muy insuficiente. En 1982 conseguimos 7 diputados en la Asamblea de Córcega. Desde entonces, el Estado y sus sucesivos gobiernos han continuado con sus políticas dilatorias para no tener que abordar la «cuestión corsa» en su verdadera dimensión política. Así que la victoria de diciembre de 2015 es el justo final de esta etapa de nuestra emancipación nacional incompleta, que se desarrolla desde hace siglos.
¿Cómo han llegado a colaborar ahora entre diferentes fuerzas nacionalistas de Córcega?
La búsqueda de la suma de fuerzas nacionalistas ha sido siempre una constante en la lucha de emancipación pero se ha topado con numerosos obstáculos. El principal, a partir de 1976 cuando tuvieron que convivir dos movimientos: el ARC, que luchaba desde 1967 por la vía legal a favor de un Estatuto de Autonomía, dentro de la República francesa y el FLNC, que reivindicaba la independencia nacional recurriendo a la violencia clandestina. Además, desde 1995 había enfrentamientos violentos entre movimientos clandestinos rivales que terminaron con una reconciliación en 1998, en Fiumorbu. En fin, pese a las reticencias y obstáculos, los nacionalistas han terminado por entender, después de que el FLNC abandonara las armas en 2015, que la unión era urgente si realmente se consideraba necesario asumir responsabilidades políticas y si existía una voluntad real para conseguirlo. Esta es una de las claves de la victoria electoral de diciembre de 2015.
¿Cuáles son los objetivos del nuevo Gobierno?
Hemos heredado una situación difícil, con problemas graves que el sistema local de tutela clanista había dejado desatendidos. El tema de los transportes marítimos con el continente y el de los residuos nos han conducido al borde de la asfixia. La máxima prioridad en la acción de gobierno es establecer una verdadera democracia capaz de generar los indispensables lazos de confianza con la sociedad corsa, la que vive en la isla y la de la diáspora. Esto quiere decir que hay que tomar medidas reales y de calado para acabar con el sistema de clanes. El reto será largo y difícil. La democracia está en pañales pero disponemos de dos bazas importantes: un ahorro de 10.000 millones de euros, riquezas naturales importantes y sobre todo unos recursos humanos importantes en la diáspora, la Universidad de Córcega y la juventud. La economía ha de ser una preocupación prioritaria. Después de hacer el balance, habrá que evaluar los recursos (humanos, fiscales, financieros, patrimonio) de euskoalkartasuna.eus “La máxima prioridad en la acción de gobierno es establecer una verdadera democracia capaz de generar los indispensables lazos de confianza con la sociedad corsa” que disponemos, apoyar ejes esenciales y tomar decisiones para replantear el turismo, modernizar la agricultura y orientarla hacia el sector biológico, impulsar otros sectores ya existentes como las nuevas tecnologías, la informática, la robótica, las energías renovables…. La educación, el desarrollo sostenible, la cultura y el medioambiente serán también prioritarios. La propuesta es abrirnos más al exterior mediante intercambios culturales, económicos… queremos exportar al Mediterráneo y sobre todo a Europa.
¿Cómo reaccionarán ante los ataques de los políticos franceses?
Nos preocupa la actitud del Estado que, de momento, sigue sin atender las principales reivindicaciones aprobadas democráticamente por la Asamblea de Córcega (permisos de residencia, cooficialidad de la lengua, reforma de la Constitución francesa…), además de otras reivindicaciones, como disponer de una amplia autonomía política y financiera, de un poder ejecutivo y ante todo del reconocimiento del pueblo corso. Empezaremos a dialogar sin prejuicios y con la voluntad de alcanzar una solución conforme a los intereses legítimos de las partes. Así, el derecho del pueblo corso a su existencia, la defensa tenaz de su identidad y de su tierra le han permitido reemprender el camino de la libertad, perdida en la batalla de Ponte Novu en 1769. Pero hoy, nadie duda de que mañana el pueblo corso vivirá en libertad. Porque esta evolución es la lógica siguiendo el curso de la historia y según el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Y en este camino no creemos que el pueblo francés nos sea hostil. Mantenemos con él una relación profunda, con lazos que unen a nuestras respectivas sociedades y con una larga historia común.
¿Podría contarnos algún recuerdo suyo de la época en que militaba con el Lehendakari Carlos Garaikoetxea?
Mantenemos una relación estrecha con las Naciones sin Estado de Europa desde 1977. En aquella época, en el marco de la internacionalización de nuestra lucha y de la búsqueda de solidaridades, viajé al País Vasco con otros dos responsables, el Sr. Xavier Belgodere, entonces Secretario General de la Unión del Pueblo Corso (UPC) y Roland Tatani, un miembro histórico de nuestra lucha. Fue un viaje maravilloso, instructivo, acogedor. Visitamos la Cooperativa Mondragón porque queríamos inspirarnos en ella para crear en Córcega una sociedad de capital riesgo: Femu Qui, similar a Herrikoa. Visitamos después a algunos artesanos, vimos a representantes del sector pesquero en Bilbo y Donostia,… Conocimos toda una muestra del pujante patriotismo vasco. El recuerdo que más nos marcó fue el haber participado en una Asamblea de militantes abertzales multitudinarias. Carlos Garaikoetxea nos recibió oficialmente de manera muy fraternal e intercambiamos pareceres sobre la situación política y la situación en la que se encontraban nuestros respectivos pueblos. A partir de entonces el pueblo corso siempre apoyó la lucha del pueblo vasco y su derecho a la autodeterminación. Somos pueblos hermanos en la resistencia, en la exigencia de libertad. Venceremos como los catalanes, los escoceses, los irlandeses… y todos los demás, aún sometidos pero unidos por una misma esperanza.