EH Bildu obtuvo en las elecciones generales del pasado domingo un mal resultado sin paliativos. Perdió votos, representación y posicionamiento político. Si a esto se le une que este mal resultado llega después de las elecciones forales y municipales, en las que ya se perdieron votantes, los resultados fueron muy irregulares y en algunos herrialdes claramente malos, no se puede obviar la necesidad de reflexión y enmienda.
Seguramente hay más de una razón para los malos resultados electorales de EH Bildu. Como hemos repetido hasta la saciedad, las generales no son unas elecciones que generen ilusión en la ciudadanía vasca. Además, han sido las elecciones de los partidos emergentes, del fin del bipartidismo, de la nueva cultura televisiva y de las redes sociales.
El deseo de acabar con el Gobierno del PP, de Mariano Rajoy, ha sido decisivo a la hora de mover a una parte del electorado que ha dicho no a los recortes, no a la desaparición del Estado de Bienestar, no a la crisis, no al inmovilismo en materia de proceso político. Ha sido decisivo para movilizar voto útil directo contra Mariano Rajoy.
También ha sido la primera vez, desde que el PSOE abandonó la reivindicación del derecho a decidir en los 70, que una fuerza política estatal con posibilidades de formar gobierno o, como mínimo, de influir en él, ha cogido la bandera del derecho de autodeterminación.
Sin embargo, posiblemente la pregunta no es porqué Podemos ha resultado ser atractiva a cierta parte del electorado abertzale y de izquierdas, sino porqué EH Bildu no lo ha sido.
La autocrítica tiene que ser sincera, amplia, realizada de manera conjunta con la base de Eusko Alkartasuna y, sobre todo, tiene que llegar a unas conclusiones que se apliquen para recuperar el lugar que EH Bildu merece.
No obstante, tampoco haríamos bien obviando el dato positivo que han dejado los comicios del domingo. Y es que existe una mayoría clara a favor del derecho a decidir, siempre que Podemos cumpla con su palabra. Así mismo, hay una clara mayoría de posturas de izquierdas.
Eso significa que, pase lo que pase en el Estado, la verdad es que las opciones de cambio están en Euskal Herria. Es aquí donde la mayoría social muestra de manera inequívoca, en todas las elecciones e independientemente de a quién vote, su deseo de cambio político y social.