Aranburu se plantea su candidatura al Congreso por Bizkaia como una carrera de fondo: el objetivo inmediato es mantener la diputada de EA por Gipuzkoa y aumentar el número de votos en el territorio vizcaíno bilbao. Más que como una cuestión de mayorías, Martin Aranburu (Zumarraga, 1974) entiende que la posibilidad de abrir un nuevo proceso de resolución del conflicto vasco depende de la voluntad del próximo inquilino de La Moncloa. No oculta su deseo de que sea el PSOE el que ocupe ese lugar. Una eventual mayoría absoluta del PSOE o del PP, ¿llevaría a un callejón sin salida el proceso de resolución vasco? Obviamente, si es una mayoría absoluta del PP regresaremos a una época negra en la que volveremos a ver ilegalizaciones y macrosumarios y tendremos que descartar todo tipo de diálogo institucional, ya que el enfrentamiento será total. En el caso de que gane el PSOE, realmente no veo una diferencia cualitativa en el hecho de que tenga una mayoría absoluta o simple, por el hecho de que, en ambos casos, tiene que decidir cómo quiere abordar el planteamiento que le ha hecho el Parlamento vasco. Al final la clave es cómo tiene pensado encarar el PSOE el desafío democrático que le va a plantear la Cámara vasca, independientemente de que tenga socios de gobierno o no, porque dichos socios poco tendrían que decir al respecto. Si se cumplen las previsiones y Zapatero resulta reelegido pero sin una mayoría suficiente, ¿cabría esperar un cambio en la beligerancia que ha caracterizado el último tramo de su mandato? Ésa es la duda. En principio parece que el PSOE sigue dejando más o menos la puerta abierta a un proceso de diálogo. Pero visto lo pasado, tampoco tenemos demasiados elementos para ser optimistas. Más esperanzas tuvimos hace cuatro años y ya hemos visto con quién ha querido hablar. Para que haya un cambio, el PSOE tiene que aceptar quién es el interlocutor válido, y no es ETA ni Batasuna, en este caso es el Parlamento vasco y sus representantes. Si el PSOE no quiere dar este paso y sentarse a hablar institucionalmente con el Ejecutivo vasco, volveremos a la nada. Que las conversaciones durante el anterior proceso de paz se limitaran a sólo tres partidos, ¿fue uno de los motivos de su fracaso? Al final el planteamiento de Anoeta no se cumplió demasiado al tratarse con ETA cuestiones políticas, lo que nos parece un error gravísimo porque la batalla que hemos enarbolado los partidos abertzales es precisamente quitarle ese valor político a ETA y dárselo a los partidos. Luego, sobre el contenido propiamente político, el hecho de limitarlo a tres partidos también fue un error. Está claro que no han llegado a acuerdos y si todos los partidos hablábamos de mesa multipartita, creo que multipartita quiere decir lo que quiere decir. Todos intentaron limitar la cuestión porque les convenía, pero al final han fracasado y hoy en día ETA vuelve a estar activa y hemos vuelto a ver torturas, atentados, detenciones… ¿Dejó algún aspecto positivo dicho proceso? Siempre quedan aspectos positivos, y en este caso ha sido que hemos vuelto a ver lo que no se debe hacer. Se han dado errores y tenemos que aprender del pasado. Desde el mundo nacionalista hemos dado ejemplo en esta cuestión, ya que después del proceso de Lizarra admitimos que había sido un error plantear un diálogo, un acuerdo sólo entre fuerzas abertzales. Nosotros, por lo menos, hemos hecho esa autocrítica, y ahora sería cuestión de que los demás también hicieran lo mismo. ¿Qué condiciones deberían darse para hacer un nuevo intento? El proceso debe ser una mesa en la que ETA hable de cuestiones técnicas con el Gobierno y otra mesa política con los partidos que aquí tienen representación. Eso tiene un primer paso que es la legalización de la izquierda abertzale y la salida de la cárcel de la Mesa Nacional. Segundo, ETA debe hacer público un comunicado en el que diga que se aparta como agente político y que se compromete a realizar negociaciones técnicas con el Estado, dejando a la mesa de partidos las cuestiones políticas y, por supuesto, comprometiéndose a aceptar el resultado de la misma. Y el tercer paso, un compromiso del partido en el Gobierno de sentarse a esa mesa de partidos sin condiciones, es decir, que se pueda hablar de todo. ¿Cuáles serán las líneas maestras del trabajo de EA en Madrid? Por un lado está la consecución de la paz, en la que no vamos a tener problemas para apoyar todas aquellas decisiones que, dentro de la legalidad, se puedan activar para luchar contra los atentados, la extorsión y todo este tipo de cuestiones tan tristes. Luego está la normalización, que vamos a plantear claramente -esperamos que al PSOE- en el sentido de que, independientemente de ETA, hay una cuestión que hablar y tenemos que intentar negociar para resolverla. Esto no es óbice para entender que hay otra serie de cuestiones que van en beneficio de los ciudadanos, sean de la CAV y Navarra o no, y participamos y seguiremos participando en todo aquello que suponga la defensa de derechos de diferentes capas de la sociedad. Como ejemplo están las Leyes de Dependencia, de Memoria Histórica o de Inmigración, que a pesar de tener un planteamiento con el que no estamos de acuerdo, habrá ocasión de discutirlo y de plantear alegaciones. ¿Qué opina de la decisión de ANV de abogar por la abstención? Esperábamos que pidiera el voto nulo, pero eso implica un gasto financiero y movilizar a gente para hacer campaña, lo que quizás no está en condiciones de abordar o simplemente no ha tenido voluntad. Esta opción es además antidemocrática en el sentido de que va a coartar la libertad de muchos militantes para decidir si votan o no. En grandes centros urbanos no sucede así, pero todos conocemos el país y sabemos que hay municipios en los que es complicado tener una postura propia, el control va a ser férreo y más de una persona que quizás hubiera optado por apoyar a otra formación política esta vez no va a poder hacerlo porque desde ese mundo se va a ejercer un control que evite, en lo posible, que su propia gente acuda a votar. Se trata de un posicionamiento que cuenta además con el aval de ETA. ETA no ha asumido, y ese es su gran fallo histórico, que el 90% de este pueblo no le quiere como agente político o representante de su voluntad. Sigue pensando igual que hace 10, 20 ó 30 años, siempre tiene que marcar la postura apropiada. ¿Cómo valora la condena del último atentado de ETA en Derio que llevó a cabo el concejal de ANV en la localidad? No tenemos que pensar que ese mundo es un monobloque, sino que ahí cada uno hace sus análisis y tiene su opinión, y no debería de chocar que dentro de la izquierda aber-tzale exista gente que no está de acuerdo con la lucha armada. Esto es una realidad y no son pocos. Por Carlos C. Borra
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Fuente: Martin Aranburu