Las elecciones generales del Estado no son las que más ilusión crean en el colectivo abertzale, eso es una realidad incuestionable y que tradicionalmente condiciona los resultados electorales. Sin embargo, es igual de evidente que las decisiones que se toman en Madrid todavía nos afectan, por lo que es importante que la voz que mejor nos representa tenga fuerza suficiente para hacer oír lo que pensamos los y las independentistas de izquierdas.
Sabemos que esta legislatura va a suponer un punto de inflexión en el Estado por diferentes cuestiones: el bipartidismo se ha roto, parece incuestionable que se pondrán sobre la mesa cambios institucionales, no habrá mayoría absoluta por lo que las alianzas serán decisivas, el proceso catalán está sobre la mesa,…
Y es importante que nuestra voz, la que reivindica independencia y justicia social, se oiga con fuerza. Así como que nuestra fuerza se ponga al servicio de otros proyectos, como el proceso independentista de Catalunya.
La aparición de candidatos más jóvenes, caras nuevas, las redes sociales y los nuevos formatos televisivos hacen que el estilo, la ropa o la simpatía de los políticos cobren importancia. Pero durante los próximos cuatro años no será el desparpajo ante las cámaras lo que nos va a preocupar, sino sus decisiones.
Y si bien es cierto que hay más de un partido que promete cambios en la próxima legislatura, no nos vamos a dejar engañar porque no son los cambios que la base social de Eusko Alkartasuna quiere.
El PP del inmovilismo queda excluido de las propuestas de cambios, y las que plantea Ciudadanos son tan reaccionarios, centralistas y neoliberales que no merece la pena ni mencionarlas.
El PSOE sí dice querer cambios. Pero ¿en qué sentido? ¿Qué cambios podemos esperar de quienes cuestionan el Concierto Económico y el Cupo? Porque Patxi López podrá decir lo que quiera en campaña, pero la que lo dijo bien claro fue Susana Díez (que es la que manda): quiere cargarse el cupo con la excusa de la “igualdad de todos los españoles”. Vamos, que una recentralización disfrazada de federalismo no es el cambio que queremos.
Respecto al cuarto en cuestión, es cierto que la música de Podemos no suena mal, pero es que no terminan de ponerse de acuerdo en la letra. Cada vez que parece que dan un paso adelante, se acuerdan en los votos del Ebro para abajo y dan dos hacia atrás. Y la actuación va más acorde con los pasos atrás que con los tímidos pasitos adelante, como se demuestra en el proceso catalán.
Parece que cuando al fin definan su modelo de Estado no va a ser tan agresivo con los derechos de Euskal Herria como el del resto de partidos estatales, pero eso tampoco lo hace “nuestro modelo”, y en este momento debemos optar por la confrontación democrática en la que definamos nuestro proyecto, no por la oferta “menos mala” que nos venga desde Madrid.
Es el momento de la decisión, como tan bien han entendido en Catalunya. Ha llegado el momento de la confrontación democrática, de que la sociedad vasca decida libremente qué modelo institucional quiere para el futuro, qué relación quiere con el Estado español.
Y en esa confrontación de modelos y de ideas, solo EH Bildu va a defender la ruptura democrática, la soberanía plena. No lo harán quienes históricamente han ido a Madrid a negociar con nuestros derechos, con las que por ley son competencias de las instituciones vascas; no lo harán quienes en Euskal Herria acuden a manifestaciones contra Garoña pero apoyan presupuestos que avalan su continuidad. No lo hará el PNV que prefiere a Durán i Lleida que a Mas.
EH Bildu sí defenderá una Euskal Herria tan plenamente soberana como Alemania, Italia o Irlanda. Tan interdependiente como ellas, tan integrada en la UE y tan presente en todos los órganos de decisión.