Cuando han pasado únicamente unas horas desde que el pueblo catalán hablara claro en las urnas, una vez más, la clase política y los lobbies mediáticos parecen no tenerlo tan claro y osan hacer lecturas que no concuerdan con la realidad de los resultados de las urnas. El propio hecho de que el 77% de la ciudadanía catalana fuera ayer a votar es un dato positivo sin discusión y que de ese porcentaje altísimo de participación la mayoría está a favor de iniciar un proceso de secesión también lo es. El pueblo catalán ha dado un mandato a la clase política y ha legitimado el proceso iniciado, por lo que ahora es tiempo de actuar con responsabilidad.
Es incontestable que la sociedad catalana ha preferido las opciones claras, sin tibiezas, y claro ejemplo de ello son las los resultados obtenidos por Ciudadanos, la versión 2.0. del PP, en cuya sede sólo se oían vítores a favor de España y ha concurrido con un mensaje claro a favor de la unión de España.
En el otro extremo tenemos los magníficos resultados que ha obtenido las CUP con un mensaje claro y que junto los 62 escaños obtenidos por Junts pel Sí deben ser el motor que lleve a cabo el mandato de la sociedad.
El descalabro del PP ha sido espectacular, pese a que ha utilizado todo lo que estaba en sus manos para imponer el miedo en Catalunya: desde Fernandez Díez, a Merkel, Obama, el Círculo de empresarios, Tevas, Cardenal o la Iglesia… Deberá ponerse unas buenas lentes del contacto para afrontar las elecciones generales de diciembre.
Los bailes a los que nos ha acostumbrado en esta campaña el candidato del PSC se han quedado en una anécdota, puesto que más allá de obtener notoriedad en una campaña gris y conseguir “frenar tímidamente” el descalabro que está sufriendo su partido desde la época de Maragall, no ha conseguido mayor mérito. Reivindicarse ahora como “partido bisagra” resulta, cuanto menos, irrisorio.
Pero los grandes fracasados de estas elecciones son los partidos que apostaban por la llamada “tercera vía”, que han actuado con la mirada puesta en un Estado español que tiene claro que debe actuar como frontón para que reboten todas las iniciativas que se pudieran plantear. La estrategia de “coleta morada” necesita una buena revisión oftalmológica y más allá de insultar a la sociedad catalana acusándole de “falta de sentido común” debiera superar la soberbia a la que nos tiene acostumbrados y hacerse eco de la realidad que tenemos cada Pueblo que convivimos en el maltrecho Estado español si quiere tener éxito en el mismo.
El debate se centra ahora en la mayoría de votos; pues bien, no se pueden hacer trampas también en el recuento de los mismos. Han sido un 47.86% de los votos los que han apostado claramente por la independencia, mientras el 39,08% se ha mostrado contrario a la misma y un 11,4% no ha querido manifestarse ni a favor ni en contra, antes y después de las elecciones. Plato es plato, vaso es vaso y votos son votos, ¡a favor y en contra!, no hagamos también trampas en esto.
Lo dicho, la sociedad catalana ha dado un mandato en las urnas en la única forma que les han dejado, y ahora toca gestionar los resultados con responsabilidad y no hacer oídos sordos de lo que las catalanas y catalanes ha dicho.