Anjeles Iztueta Azkue El conocimiento es uno de los factores más importantes para el avance de nuestra sociedad, sitúa el capital intelectual como la capacidad principal de generar nuevos conocimientos en cualquier ámbito del saber humano.
Avanzamos muy rápido y en ese contexto, hoy más que nunca, la Educación y el Conocimiento son fundamentales para todo; para responder a las nuevas preguntas y dilemas que nos plantea el Progreso, para formular nuevas preguntas y para contribuir a que todos los seres humanos, iguales e imprescindibles, crezcan por dentro y sean dueños de su destino.
El Conocimiento es fundamental para conocer, para saber, para ubicarse social y económicamente, ya que la posesión de destrezas nos permitirá utilizar herramientas de gestión que están revolucionando la forma de vivir y trabajar.
En Educación, esta revolución tecnológica debe basarse en cambios de la metodología y contenidos de la enseñanza. Es posible que estemos formando personas para una sociedad que ya está desapareciendo como tal. Se entiende que la educación prepara para el mañana, para un mañana que no es la sociedad actual, sino la sociedad de la información y del conocimiento. Un conocimiento que va a transformar profundamente las estructuras actuales y que puede ser de gran ayuda para mejorarnos a nosotros mismos y mejorar la sociedad haciéndola más justa y equilibrada.
Hemos pasado de un contexto donde la información era un recurso escaso a un contexto donde existe excesiva información, por lo tanto habrá que enseñar para la selección, evaluación y aprovechamiento de la misma. Se ha llegado a pensar que la falta de conocimiento ya no depende de la falta de información, sino del exceso de conocimientos e información. En educación, nos debemos habituar a seleccionar, a filtrar y a valorar la información. Por eso es importante formar en procesos educativos evaluadores, ya que la información ha pasado de ser estable a ser temporal y de ser escasa a ser excesiva.
Es necesario que siga existiendo una amplia base educativa para todas las personas pero habrá que plantearse cómo y en qué educar, ya que, de una fase histórica en la que lo importante era transmitir conocimientos válidos para toda la vida, hemos pasado a plantear la necesidad de aprender durante toda la vida. Por eso, frente a conocimientos inamovibles, cobra especial importancia el aprendizaje de habilidades y actitudes desde un espíritu crítico y una educación en valores.
Debemos darnos cuenta de que hay que construir una sociedad nueva para la humanidad, no para la tecnología. Debe predominar la vida sobre la técnica, porque lo que queremos es una sociedad global del conocimiento, no un mercado global de la información, que esté al servicio de toda la ciudadanía, que sea creativa, que resuelva los actuales problemas y que sea abierta, justa, creativa y plural.
La globalización del conocimiento tiene que servir para el intercambio de razones, proyectos y puntos de vista, tiene que servir para superar déficit y para que funcionen impecablemente los mecanismos democráticos que gestionen un mundo complejo, sostenible y pacífico.
Lo que ahora necesitamos es aumentar nuestra capacidad de crear conocimiento, reivindicar más que nunca el Derecho a saber. El desarrollo humano exige una apuesta decidida a favor del acceso a la enseñanza desde la igualdad de oportunidades para todo el mundo. Garantizar el Derecho a Aprender para ser ciudadanos/as activos/as, para vivir en libertad y ser autónomos/as, para poder decidir lo que más convenga a nuestro país, para construir una arquitectura global coherente, responsable y transparente.
En este contexto lo más apreciado es la creatividad, la cooperación y el aprendizaje. Necesitamos pasar del profesor competencial al profesor mediador y que se produzca un intercambio de conocimientos alumno-profesor. El profesorado tradicional poseía el conocimiento y lo transfería; el actual lo selecciona y lo ordena, pero no únicamente el conocimiento que a él le parece útil, sino el bagaje de conocimientos de tipo social que aparecen dispersos en la mente del alumnado y que necesitan ser categorizados, evaluados y organizados.
Debemos enseñar cómo se procesa la información recibida. Es necesario trabajar la capacidad de organizar el conocimiento, saber dónde integrar los nuevos saberes en conexión con los saberes anteriores.
Es imprescindible respetar los valores, las costumbres, creencias y culturas minoritarias, como arietes frente a la imposición poderosa del pensamiento único del que las tecnologías son un poderoso vehículo uniformador, así como formar al profesorado en valores independientes y éticos que pueda utilizar e integrar en su enseñanza, seleccionando del aluvión de información lo verdaderamente formativo.
Hay que aprender con nuevos códigos y lenguajes, ya que la información que discurre por las redes utiliza diversidad de sistemas comunicativos. El aprendizaje debe ser selectivo y rápido, derivado de la sobreabundancia de información por un lado y de la velocidad con que varía por otro, y para eso es importantísima la capacidad de seleccionar, criticar y valorar.
Debemos manejar con soltura, armonía y capacidad crítica las redes de información y los instrumentos que canalizan esa información. Debemos vivir sin miedo al progreso, sin miedo las nuevas tecnologías, sin miedo a la democracia, con una intensa, sosegada y rotunda confianza en la libertad, en una libertad sin ira que haga posible una sociedad en la que no se debilite la justicia y la riqueza que representa la pluralidad de pueblos, culturas e ideas.
La Educación y la Sociedad del Conocimiento nos tienen que alejar de los peligros de la uniformización, nos tienen que servir para que podamos convivir, compartir y entendernos quienes nos sabemos y manifestamos solidariamente diversos. La Educación y la Sociedad del Conocimiento nos han de conducir a un mundo más justo, a un sistema más coherente y democrático donde se garantice el derecho a la diferencia, el derecho a participar en las decisiones que afectan a nuestras vidas y al futuro de nuestro pueblo.
Anjeles Iztueta Azkue es consejera de Educación, Universidades e Investigación
Fuente: Anjeles Iztueta