Joseba Azkarraga, Consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social del Gobierno vasco
Sí, Julio, tienes algo que hacer. Mucho que hacer. Tu testimonio lo confirma. Nos has mandado un SOS a todos los que nos acercamos sin prejuicios a tu película y considero que es de justicia responder a él. No, al menos en este caso, para elogiar tu obra, sino para defender tu decencia y lamentar que el odio que algunos anidan se haya transformado en venda con la que amordazar a todos aquellos y aquellas que se atreven a tener una opinión diferente a la de quienes se sienten poseedores de la única verdad.
Descorazona tu grito, porque refleja impotencia ante los que no quieren escuchar ni están dispuestos a acercarse a tu mirada limpia. Tu dolor no les importa, porque sólo ven el suyo. Desgarrador, sí. Tremendo, también, Pero sólo el suyo. La piedad de la que son capaces sólo llega hasta su sombra.
Éste quiere ser un mensaje de apoyo que rechaza el linchamiento al que te están sometiendo y cuyo cénit está anunciado para hoy. Euskal Herria y su ciudadanía acumulan demasiado dolor como para que se modelen nuevas formas de amargura. Por eso, no es de extrañar que solicites, y hasta ruegues, un poco de cordura y sentimientos, buenos sentimientos, a quienes tengan audiencia entre los promotores del boicot en tu contra.
Apoyar y arropar sin ningún límite a las víctimas del terrorismo no obliga a pensar como ellas. Ni entraña, como bien dices, que estén en posesión de la verdad absoluta en todo ni tengan la razón en todo. Por supuesto que las víctimas tienen razón. Tienen muchas y poderosas para odiar. Pero me gustaría creer que también las tienen para desear y trabajar por un futuro muy diferente al que ellas, desgraciadamente, han padecido.
Creo que ese futuro sólo podrá darse cuando los que han provocado tanta destrucción y tragedia pidan perdón por el daño provocado. Y quienes lo han sufrido, las víctimas, estén dispuestas a concederlo.
Tienes mucho que hacer, Julio, para que ese día llegue. Como lo tenemos quienes estamos en el ejercicio de una responsabilidad política. Y como lo tienen todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que creen que nuestro país se merece un futuro diferente. Un futuro sin violencia en el que la obra de todo creador se mida por su capacidad de emocionar, de transformar, de conmover, y no por una extraña y sectaria medida de adorar lo que alguien ha dictado como pensamiento único. Aurrera, Julio.
Fuente: Joseba Azkarraga