Subraya que los partidos dialogan sobre «bases sólidas» y cree que la tregua «llegará» La vida en el Parlamento vasco, a la que se incorporó hace menos de un año, parece haber constituido un descubrimiento agradable para Unai Ziarreta, persuadido de que el ambiente menos propicio a «los roces» favorece los acuerdos. El ´número dos´ de EA se tienta la ropa antes de elucubrar sobre un cercano final de ETA, pero sí se congratula de que los partidos vayan construyendo «bases sólidas» para una mesa de negociación, a la que su grupo llevará su propia propuesta sobre el derecho a decidir y la territorialidad.
-¿Están esperanzados sobre un cese de la violencia a corto plazo?
-Nos gustaría que fuese ya, pero lo que nos parece importante son las bases sobre las que puede asentarse la tregua y en las que se mueven los partidos. Y esas bases, pese a los últimos tambaleos, son bastante sólidas. La tregua llegará. Llevamos más de mil días sin atentados mortales, aunque es cierto que los hay con daños materiales y que existe una presión insoportable sobre los empresarios, a los que trasladamos nuestro total apoyo.
-¿El proceso está blindado?
-No… tiene bases. No quiero meter la pata, porque la decisión no depende de mí, sino de quienes cometen los atentados. Mantenemos una esperanza prudente, porque se ha abierto una época nueva en la que todos tenemos claro que es necesario avanzar en la paz, pero también en dar solución a los problemas que están en la raíz del conflicto de esta tierra. Y eso es un avance sustancial.
-Entonces, ¿que ETA vuelva a matar es una hipótesis improbable?
-Sería difícilmente explicable y tendría unas consecuencias nefastas. El proceso se va asentando y, cuanto más tiempo pase, más difícil será explicarle a la sociedad una vuelta a épocas pasadas.
-El verano parece ser el límite para que se rompa el compás de espera.
-Es el que ha señalado el consejo político que lidera el lehendakari. Lo que yo sí percibo es que el proceso va a ser largo y que en él van a ser muy importantes las relaciones personales. La sociedad tiene que saber que se está trabajando, que se están manteniendo contactos multipartitos y que las aristas y los roces los tenemos que solucionar antes de trasladarlos a la ciudadanía. Creo que eso está más o menos consensuado, la discreción y el buen trato. Hay que huir de los enfrentamientos artificiosos porque sólo dificultan y hacen el caldo gordo al PP, cuyo objetivo es sabotear a toda costa el proceso de paz.
-¿Esa ´cocina´ puede ayudar a dar el empujón definitivo a ETA?
-No lo sé, son cosas absolutamente separadas. El conflicto político es previo a la violencia de ETA, que no son unos extraterrestres que empuñan las armas porque sí. Y hay que superar ese conflicto, porque si no estaríamos al albur de que no se produzca una situación prolongada de normalidad política.
-Si no se cierra esa solución, ¿se produciría otra involución violenta?
-El riesgo es evidente, aunque no quiero decir que vaya a existir. Lo que nosotros pedimos es que en la fase de la normalización se modifique el entramado jurídico para posibilitar que todas las opciones políticas se puedan materializar. Eso implica que el derecho de decisión, de autodeterminación, tiene que tener un amparo jurídico.
-¿Habría que tejer unos mimbres sobre esa cuestión antes de sentarse a la mesa?
-No queremos poner condiciones previas. El PSE ya ha dicho que irá con la Constitución y el Estatuto, nosotros lo haremos con el derecho de decisión y la territorialidad. Las batallas se pueden ganar, pero las guerras también se pueden perder en la mesa de negociación. EA va a ir con espíritu constructivo y con ganas de hacer bien las cosas para que gane este pueblo. No puede suceder como en Cataluña, donde se ha llegado a un pacto PSOE-CiU que no responde al acuerdo adoptado por el 90% del Parlamento. Aquí se va a tener que hablar sobre lo que se va a tener que hablar, que es el derecho de decisión y la territorialidad. Esto no se va a poder solventar con un Estatuto con más competencias.
-Es decir: si el debate no incluye esas reivindicaciones, la mesa será inoperativa para ustedes.
-Eso es de cajón de madera de pino. No vamos a estar en un acuerdo que significara refrendar un nuevo Estatuto con más competencias. Eso es lógico, y creo que es un tema que está asumido por todos, también por el PSE, que sabe perfectamente que en esa mesa vamos a tener que hablar del derecho de decisión. Otra cosa es lo que salga de ahí.
«Muchísimos matices»
-¿A qué estarían dispuestos a renunciar por un buen acuerdo?
-(Pausa) Antes de sentarnos no es momento para hablar de renuncias. No me atrevo a concretar más, pero para nosotros un gran acuerdo pasa por un pacto que reconozca el derecho de decisión, su plasmación jurídica y que recoja la territorialidad. A partir de ahí hay muchísimos matices en cuanto a ejercicio, etc., pero de eso ya hablaríamos. Yo creo que por debajo de eso, no. Por debajo de eso es muy complicado que nosotros podamos estar, y complicado que la sociedad pueda permitir que cualquier opción nacionalista pueda estar.
-¿Cree que la izquierda abertzale y los socialistas podrían querer ralentizar esa negociación multipartita?
-No sé si la izquierda abertzale, quizás el Partido Socialista sí. Pueden jugar con la idea de que, una vez conseguida la paz, se puede estar pedaleando constantemente en torno a otras cuestiones. Pero sería un error que les pasaría factura electoralmente y rompería en gran medida la confianza que está posibilitando que nos acerquemos con buena voluntad a esa mesa de diálogo. Sabemos que las cosas van a llevar su tiempo, pero también sabremos si se nos está tomando el pelo. Nosotros no ponemos fechas ni topes. Al final, estamos ante un problema de 60 años, cuando menos, y no podemos poner límites cortoplacistas. El proceso durará lo que tenga de durar, y no se solucionará ni de aquí a verano, ni en un año o dos.
-¿Debe tener presencia o no el lehendakari en la mesa?
-No lo sé. Hay determinadas formaciones que defienden una cosa y otras, otra. En otras mesas, como el Pacto de Ajuria Enea, el lehendakari estuvo, y eso también hay que tenerlo presente. A partir de ahí, hay diferentes opciones. No hacemos causa de ello: si supone una dificultad insalvable, estaríamos dispuestos a ver otras posibilidades. El propio lehendakari ha dicho que el protagonismo en esa mesa es de los partidos, y eso es de agradecer. Desempeñará su papel a través del consejo político, alimentando que no se produzcan demasiados dientes de sierra en el proceso.
-¿Está Ibarretxe amortizado?
-No, tiene las cosas muy claras y debe dar mucho juego a este país todavía. Le apoyamos sin reservas.
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-El final de la violencia forzará una recomposición del mundo nacionalista. ¿No temen ser fagocitados por el PNV y Batasuna?
-Estamos seguros de que EA va a tener sitio, porque somos el único partido que ha mantenido una línea ideológica coherente. Es la izquierda abertzale, a partir de Anoeta, la que hace planteamientos que el lehendakari Garaikoetxea defendía en el año 83, como la constitución de las dos mesas. Nuestro espacio está ahí, y aspiramos a que sean nuestras siglas las que lo ocupen.
-¿Y existe la posibilidad futura de un tripartito a la catalana PSE-izquierda abertzale-EA?
-Ahora hay un condicionante, que es ETA. Pero cuando se supere la violencia, aquí nos vamos a manejar en otros ejes, más claros y lógicos, de izquierda y derecha. Se abren otras fórmulas diferentes y el PSE también está evolucionando en ese sentido, aunque no es una alternativa en la que trabajemos ni muchísimo menos. En el ejemplo de Cataluña, nosotros reivindicamos el papel de Esquerra. CiU ha estado 30 años gobernando y ha sido incapaz de plantear una reforma estatutaria. Al final, ha salvado el esquema territorial de Zapatero.
-¿Puede tener la tentación el presidente de cerrar con el PNV la cuestión vasca?
-Viendo el ejemplo de Cataluña, no va a tener ninguna duda en intentar trasplantarlo aquí. Pero la sociedad no va a permitirlo, porque esto no se soluciona con un nuevo Estatuto. Vamos a tener que entrar donde tenemos que entrar, y ninguno nos podremos escapar; el PNV tampoco.
-Su malestar por el funcionamiento de Udalbide, ¿es el primer gesto para alejarse de la coalición?
-Para nada, son lecturas falsas. Ya trasladamos en Navidad que creíamos necesario iniciar una reflexión, porque no estaba funcionando como había surgido. Esperamos que el PNV se sume a ella y no mate al mensajero. Tampoco vemos con demasiado sentido que haya dos Udalbiltza, es un error.
-¿Qué adjetivo define sus actuales relaciones con el PNV?
-Buenas, como siempre.
-Pues sus estrategias parecen distanciarse.
-Si alguien se está separando, no somos nosotros. Si acudimos al acto del BEC no fue porque estemos más cerca de Batasuna, sino en favor de los derechos civiles y políticos. Por eso criticamos que se encarcele a interlocutores políticos y por eso secundamos la manifestación contra el sumario 18/98, en la que el PNV también estuvo. No entiendo que Imaz diga que no se manifiestan con gente que no rechaza la violencia, cuando la del 1 de abril la convocamos los mismos que la del 18/98. Habría que preguntarle si prefiere reunirse con los que no han condenado el alzamiento militar del 36.
-Da la sensación de que no concurrirán juntos a las municipales.
-No sé, pero sí percibo esta vez que el partido está metido en una dinámica política que hace que ese tema esté en un segundo plano.
-¿La reedición o no de la coalición no es prioritaria para ustedes?
-No, no es un asunto prioritario. Lo debatiremos y la asamblea nacional tomará una decisión.
-¿Están dispuestos a ir solos?
-Si la asamblea así lo decide, evidentemente, sí. El debate es ir en coalición con el PNV o solos. Creo que tendría que ser sobre ir solos, eso es lo lógico; y, si se dan las circunstancias, ir con el PNV.
L. PEREZ ELCORREODIGITAL.COM
Fuente: Unai Ziarreta