Elegido presidente de Eusko Alkartasuna apenas hace tres meses, la primera cita electoral de la nueva ejecutiva de consenso con las urnas se ha saldado con un enorme bajón electoral. Unai Ziarreta (Mungia, 1970) considera necesaria una reflexión a fondo, pero no tanto sobre las bases de la identidad del nacionalismo vasco, como sobre su forma de acercarlo a la gente. ¿Decepcionado? No esperábamos estos resultados. Desde nuestro punto de vista las cosas no han cambiado tanto desde las elecciones forales y municipales como para semejante cambio de los resultados. Estamos desilusionados porque las encuestas en todo momento nos daban, no sólo que manteníamos el escaño sino que subíamos. Hay que analizar las circunstancias que se han dado ahora, lo que siempre es bueno para explicar lo sucedido, pero también hay que hacer un análisis de los cambios estructurales, profundos, que se están produciendo. En siete meses no pueden darse cambios profundos… Pero hace siete meses ya se marcaba una tendencia. Mirando a las elecciones aquí hay dos grandes núcleos de votos: unos, menos ideologizados, que lo mismo pueden votar a PP que al PSOE, que se han activado en estas elecciones, por la polarización de la campaña, por el miedo a Rajoy (que teníamos que haber valorado más) y por el resorte emocional del atentado… ¿Eso puede hacer que alguien de EA vote al PSE? No creo. Estoy hablando de un primer grupo de personas que lo mismo vota a PP que a PSOE, no de un trasvase desde el mundo abertzale. En el electorado abertzale ha habido un grupo muy importante que no ha ido a votar por un cúmulo de razones. Por un lado, la polarización (que está siendo muy alimentada por los medios). Por otro lado, la estrategia de la izquierda abertzale en ese sentido ha sido inteligente. Si pides la abstención en lugar de el voto nulo, hay gente abertzale que prefiere no ir a votar, simplemente para que no sepa cuál es su opción política. Pero hay un tema más de fondo. En el año 2001 la coalición PNV-EA tuvo unos resultados que daban unas expectativas muy fuertes. En el año 2004 se aprobó la propuesta de nuevo estatuto. En 2005 nos dijeron que no en Madrid y desde entonces el nacionalismo vasco que representamos PNV y EA no hemos sido capaces de generar ilusión en torno a la consulta. Es que aquella propuesta se guardó en un cajón y … …y no se ha vuelto a sacar con mayor firmeza. Desde EA hemos insistido en la idea de la consulta, pero por desgracia hemos sido el único partido que en campaña y precampaña lo hemos hecho. Creo que si se hubiese consolidado esa gran coalición por el derecho a decidir hubiéramos sido capaces de romper esa polarización y nos hubiésemos planteados estas elecciones en otros parámetros. Pero el PNV dijo no a esa coalición por sus cálculos partidarios y luego, ya entre todos, no hemos sido capaces de romper un debate planteado exclusivamente en los términos Zapatero o Rajoy. Nos está faltando la capacidad de crear ilusión, que hay que recuperar de una forma u otra. Y creo que el nacionalismo tiene que reflexionar sobre cómo abordar los nuevos retos de la gente joven, que parece que está preocupada por otras cuestiones, de los núcleos urbanos, donde nos cuesta llegar. Manteniendo firmemente las convicciones tenemos que complementarlos con otros mensajes sobre el para qué el derecho a decidir, la autodeterminación y la independencia. Hay que seguir el ejemplo del Scottish National Party e ir a la letra pequeña más que a los grandes conceptos. Por ejemplo, no hemos conseguido transmitir que gracias a EA, en la CAV las ayudas a las familias no son sólo por un hijo, como pretende Zapatero, y que son más cuantiosas. O que gracias a la gestión de EA tenemos una tasa de fracaso escolar menor que en el Estado… Esa fue la campaña del PNV, decir todo lo que estaba mejor en la CAV, y no le ha surtido ningún efecto… Es cierto. En el análisis hay factores muy distintos. Hay que hacer una reflexión profunda y tocar los resortes adecuados. Creo que vamos a ser capaces de volver a generar ilusión. Desde algunos sectores se insiste en que todo esto es por culpa de la hoja de ruta del Gobierno y que lo que hay que hacer es ir a una reforma estatutaria y dejarse de zarandajas… No. Aquí hay un conflicto político y nosotros lo que estamos planteando es la normalización política. La consulta es un instrumento. Ir a un escenario de reforma estatutaria que no aborde las claves del conflicto no resuelve nada. Si no se aborda que somos un pueblo, conformado por siete territorios, sujeto de derechos, que debe decidir su futuro, el conflicto va a seguir permaneciendo ahí. No es una cuestión de reforma estatutaria o de más transferencias. No cree que cuando se habla de la consulta y estas cosas, se habla a un nivel de élites, de que Ibarretxe lo tratará con Zapatero, mientras que no se activa a la sociedad, por ejemplo a los sindicatos. Sí que debíamos haber incidido más todos, porque las consultas se plantean para ganarlas. Y para eso hay que debatirlas, hay que hablar sobre ellas en las fábricas, en las plazas, en los bares. Eso es algo que a día de hoy echo en falta. Nosotros lo hemos planteado en la medida de lo posible, pero quizá hemos sido los únicos. Y también veo con preocupación que se está abriendo una brecha entre el nacionalismo en el Gobierno y el sindicalismo vasco. Cuando en Gran Bretaña el laborismo y los sindicatos se empezaron a llevar mal llegaron los 12 años de thatcherismo. Ese análisis habría que hacerlo también aquí. ¿Deberían entonces buscar algún ámbito de encuentro con los sindicatos? Hemos reflexionado y vamos a dialogar con los sindicatos. Tenemos que buscar cauces más fluidos. Ahora hay una situación de enfrentamiento entre los socios del Gobierno y los principales sindicatos. Hay una sensación de cabreo generalizado entre los trabajadores del sector público que luego se trasmite a la sociedad. Hay una imagen de conflictividad, por ejemplo en educación, cuando la realidad es mucho más positiva. Quizá tenemos que hablar más de lo que nos gastamos en becas o lo que se aporta a la sociedad en nuevos colegios. Quizá no estamos sabiendo transmitir bien lo positivo de la gestión, que no quiero decir que sea lo único que se tenga que transmitir, pero que no se ha hecho de una manera adecuada. Pero vuelvo a decir que hay que mejorar muchas cosas, y una de ellas es la relación con el sindicalismo y quien dice con el sindicalismo dice la sociedad. Porque cuando una persona percibe que un servicio público no funciona bien, el responsable es el político. En la «hoja de ruta» del Gobierno de Lakua se abre un proceso hasta junio, pero ahí se entremezclan ahora las conversaciones del PNV con el PSOE por la investidura, con las que pueda tener el lehendakari con Zapatero, ¿cómo se conjuga eso? A veces da la sensación de que son «dos mesas», como las del malogrado proceso de paz. Nosotros no podemos hacer consideraciones sobre lo que otras dos fuerzas políticas puedan acordar, aunque nos parecería un error que el PNV trate de abordar un acuerdo con el PSOE de reforma estatutaria sin afrontar las razones del conflicto. El lehendakari, en su calidad de portavoz de un Gobierno conformado por tres partidos, lo que ha hecho y lo que toca hacer es volver a plantear al Estado español nuestra voluntad de abrir un proceso de diálogo que traiga la paz y la normalización política. Eso es lo que está encima de la mesa. Y si eso no avanza habrá que dar la palabra a al ciudadanía. ¿Sigue siendo junio el límite o podría haber prórrogas? Hay un compromiso firme del lehendakari tomado en setiembre ante el Parlamento. También se comprometió en setiembre de 2004 a convocar una consulta si el Nuevo Estatuto Político era rechazado en Madrid y lo que convocó fueron unas elecciones… Tengo plena confianza en que la consulta se va a plantear porque es un compromiso firme. En todo caso, es el Parlamento vasco quien debe tomar la decisión. ¿Tiene el nacionalismo vasco resortes para activar la sociedad de aquí a octubre para que esa consulta salga bien? Tenemos que ser capaces, aunque hasta ahora estamos pecando de falta de debate. Está muy bien que el lehendakari plantee la consulta en Stanford y todo tipo de foros, pero lo que no podemos olvidar es que dónde hay que ganar la consulta es aquí. Para eso hay que poner a la sociedad en marcha. Espero que de ahora en adelante esa sea una de las prioridades. ¿Qué papel atribuyen a la izquierda abertzale en esa activación, por que son docenas de miles de votos? La izquierda abertzale es parte fundamental en la resolución de los problemas de este pueblo. Y en estas elecciones se ha vislumbrado que mantiene un porcentaje de respaldo social importante. Es cierto también que la izquierda abertzale tiene que hacer una reflexión profunda pero las circunstancias de ilegalizaciones etc. no la favorecen. La izquierda abertzale tiene que llegar a la conclusión, a la que hemos llegado otras fuerzas independentistas, de que la violencia y la independencia son incompatibles. El ejemplo es Escocia, donde las formaciones abertzales tenían un peso del 35% cuando el SNP llegó al gobierno y están dando pasos firmes hacia la independencia. Nosotros aquí sociológicamente rondamos el 60%. ¿Por qué allí se avanza y aquí no? Una conclusión clara es que allí no hay violencia y una formación como Batasuna que mira a otro lado cuando ETA comete las tropelías que comete. Nosotros a la izquierda abertzale le hemos dicho siempre que estamos con ella para denunciar los golpes que sufre, pero que no puede mirar a un lado cuando ocurren casos como el atentado de Arrasate. Si da ese paso, Eusko Alakartasuna colaborará codo con codo con ella para lograr la independencia. A raíz del atentado de Arrasate se está dando un movimiento para sacar a ANV de las alcaldías. ¿Cuál es la posición de EA? Es normal que ante un hecho emocionalmente tan impactante como el de Arrasate se den estos movimientos en esa localidad. Nosotros analizaremos la propuesta que nos haga el PSE. Pero tengo que decir con claridad que detrás de ANV hay muchos votos, muchas personas. Y hace siete meses ANV y EHAK eran legales. Antes de tomar estas decisiones, hay que valorar las cosas, también las de la gestión municipal, en su justa medida, sobre todo si se intenta trasladar a otros municipios. Menos mal que este golpe electoral les ha pillado recién salidos de un congreso en el que se va recomponiendo la unidad del partido. Nos ha pillado con poco tiempo, nada mas ser elegidos ya estábamos en precampaña o en campaña. Venimos de un congreso de unidad y de consenso, sin listas alternativas. Desde un punto de vista interno, nos ha cogido bien. Y eso es importante para afrontar los retos con unidad y con fuerza como lo vamos a hacer. Pero en la medida en que las encuestas nos habían ilusionado, ha sido un mazazo fuerte. En las próximas elecciones autonómicas volverá inevitablemente el debate sobre la coalición. ¿Lo esperan? Se planteará, pero las elecciones más propicias para ir en coalición eran las elecciones estatales. Podemos seguir el ejemplo del Bloc Québécois. En las elecciones de Quebec cada partido se presenta con sus programas y sus diferencias. En las elecciones canadienses, todos juntos. Por desgracia, el PNV dijo que no a esa coalición. Ahora habrá que esperar acontecimientos, porque antes de la convocatoria electoral tenemos una serie de hitos importantes que marcará el devenir del partido. Pero nosotros somos un partido y un partido se presenta sólo a las elecciones siempre, salvo que concurran circunstancias excepcionales que en otras ocasiones han podido concurrir. Iñaki IRIONDO
Jatorria: Unai Ziarreta